No me olvido aun sin estar presente de los dos acontecimientos musicales que más relevancia tuvieron la pasada semana: el concierto que se ofreció en el Teatro Arniches de Alicante donde se incluyó la pieza Gaia de Roberto López y el gran acontecimiento social que supuso la aparición de Raúl Micó en el Teatro Chapí de nuestra localidad.
Ambos eventos, sin rivalizar entre sí, suponen una importante aportación musical a estas tierras tan dadas a la actividad melódica. Pero resulta que a diferencia de las acostumbradas contribuciones artísticas, las que hoy citamos destacan por una verdadera cercanía a lo que llamamos por desgracia arte con mayúsculas. Y digo por desgracia porque no sería necesario el uso de complementos al hablar de arte, más bien deberíamos hablar de arte con minúsculas o de artes menores. Así que frente a la potencia real del entorno valenciano en cuestiones melódicas: compositores/as, bandas, etc., nos encontramos con un autor merecedor de figurar en la selección del prestigioso Grup Instrumental de Valencia (Premio Nacional de Música en 2005) junto a otros compositores entre los que figura Arnold Schönberg por ejemplo (y disculpen mi ignorancia sobre el resto de autores, seguramente españoles y vivos, que me obliga a citar al popular genio que tuvo que recriminar en su día la falta de sensibilidad armónica del gran John Cage entonces alumno suyo).
Por su parte Raúl regresa a Villena con un espectáculo de cante y una curiosa reivindicación: quiero hacer patente que el flamenco no es algo que pertenezca únicamente a Andalucía. Valiente él no sólo materializa su propuesta como un alicantino conquistador de unos cuantos certámenes del género, sino que se hace acompañar de músicos de Santander o Irán, además de incorporar para mayor chulería una bailaora estadounidense. ¡Cualquiera lo diría al ver su aparición en la televisión de Alfonso! En dicha entrevista, al verlo junto al guitarrista Mariano Francés, me vino el recuerdo de aquel día que preparando su intervención en La Cita casi tuvimos que ponerles al corriente del funcionamiento de la microfonía. De igual modo nos explicaron su proyecto en la televisión, con humildad, con cariño, pero con cojones, ¡que nadie se equivoque!
La gente de Villena, que dirían y dicen quienes no son de aquí, tienen algo que les hace especiales. Muchas veces lo descubrimos al comparar la cantidad de medios de comunicación, de grupos de teatro o, volviendo a la música, de grupos musicales que han existido, que existen y que crecen en el olvido de cualquier apoyo municipal. Al menos un apoyo que actuara de forma real, amparando y promoviendo la creación artística por encima de los logotipos de la publicidad. Mejor les hubiera ido sin duda a estos grupos si en lugar de rock hubieran elegido play-back.
