No pero sí
Sería de risa, de no ser que fuera para llorar. Y es que, lejos de ir adaptándose a las circunstancias con el paso de los meses y sin aprender de sus propios errores para evitar repetirlos, los integrantes del tripartito llevan camino de coronarse a no ser que cambien radicalmente de rumbo como uno de los equipos de gobierno más fuleros que hemos tenido en Villena, y miren que el nivel no es que sea gran cosa.
Fue en enero cuando mi colega Andrés Leal, con su columna El desconcierto, puso el dedo en la llaga de la inconsistencia de las decisiones de nuestros gobernantes. El detonante fue el desfile de San Antón, que afectado por las tensas relaciones entre gobernantes y Policía Local estuvo a punto de cambiar de itinerario (reduciéndolo) para a apenas 72 horas del domingo volverse al recorrido habitual tras varias reuniones de última hora.
Antes, no obstante, ya habíamos tenido diversas muestras de la ligereza de ciertas afirmaciones de nuestros gobernantes, así como de sus indecisiones a la hora de gestionar. Recuerden aquello de que no había dinero para Fiestas, dinero que, obviamente, al final apareció. Como igual de obviamente se acabaron celebrando los Carnavales, pese a que días antes se habló de cambiar el desfile por una fiesta en La Plaza. También hubo hay incertidumbre con el Pasacalles, o se anunció que la Casa de la Cultura estaba a punto de suspender su actividad para decirse, días después, que la Kaku está más viva que nunca. Pura lógica, como ven.
Me gustaría con todo restar gravedad a lo anterior, pues no hablamos más que de celebraciones puntuales y fuegos de artificio. No obstante, el problema es que para las cosas verdaderamente importantes siguen la misma línea de trabajo, y lo mismo te suspenden el servicio de autobús urbano después de haber prometido su gratuidad que se pasan por el arco del triunfo su compromiso (y acuerdo de Pleno) de realizar una auditoría a las cuentas municipales, y todo ello pese a salir el alcalde públicamente a anunciar que han aparecido facturas impagadas por valor de un millón de euros que no se sabe a quién corresponden motivo más que suficiente para hacer no una auditoría, sino tres. Pero resulta que después de pedirla insistentemente ahora dicen que cuesta dinero. ¡Como si antes fuera gratis!
Así las cosas, faltaba lo peor por llegar, la guinda que corona las sensaciones de improvisación, chapuza y gobierno a salto de mata que transmite el tripartito, que no es otra que el hecho de que el alcalde anuncie un día que no sufriremos una subida en el IBI y al día siguiente se dé a conocer que habrá una subida de un 8% a sumar a la del 10% que ya nos había aplicado el gobierno central
¿A qué están jugando, señores gobernantes? No sé si a ustedes les parecerá serio lo que están haciendo, pero visto desde fuera tengo que decirles que la sensación es que la cosa se les está yendo de las manos por momentos
Ustedes verán.