No sé hacerlo mejor
Cuando me leo no me leo, me corrijo. Y no sé hacerlo mejor cuando escribo
Cuando uno se entera de que John Steinbeck, tras poner punto final a Las uvas de la ira, manifestó lo que manifestó –Acabo de terminar un libro y es horrible, espantoso. Y lo peor es que no sé hacerlo mejor– le entran ganas si no de guardar los lápices, la pluma o los bolígrafos en el estuche, o de apagar el ordenador, sí de revisar y plantearse con mayor rigor y humildad la tarea de escribir. Huyendo sin demora de cualquier vanidad.
Otro nobel de literatura, Camilo José Cela, en un artículo de El color de la mañana titulado "Dedicatorias de La dama pájara (I)" (ABC, 30 de octubre de 1994), recordaba y advertía por propia experiencia, y no sin algo de esa sorna que tanto gastó, que la literatura se va haciendo poco a poco y no se termina jamás de redondearla y sobarla para mejor solaz y provecho de los glosadores, que de algo tienen que vivir.
Haciéndose poco a poco la literatura, consciente de que uno nunca termina de redondearla y sobarla, de que uno nunca termina de bordarla, recelo de aquellos escritores que se vanaglorian de acabar en poco tiempo sus escritos.
Es por lo que, como el poeta, cuando me leo no me leo, me corrijo. Y no sé hacerlo mejor cuando escribo. No. Lo siento.