No sé si reír o llorar
Abandonad toda esperanza, salmo 217º
Todavía hoy se discute si el humor gráfico es historieta o no; en puridad no debería serlo siempre que se limite como hace a menudo a una sola ilustración, en la medida en que dos es el mínimo para que se dé una narración secuencial y... sí, vale, les estoy aburriendo. Pero esto venía a cuento de que hace no muchos días este arte que cuenta ya con varias bajas en su haber (Chumy Chúmez, Summers, Perich) perdía a otro genio: Fernando Krahn, Krahn para sus lectores amigos, chileno afincado desde hacía décadas en Sitges (de donde es natural Mingote, otro maestro del sector), que pese a no descuidar el acabado gráfico -talón de Aquiles de estos periodistas a artículo por día-, hizo de la economía de medios un instrumento de expresión: muy dotado en el dominio del tempo, dejó páginas inolvidables que casi siempre componía en tres o cuatro viñetas y donde por lo general renunciaba a usar diálogos, retratando las relaciones humanas como nadie. Busquen Nosotros, que nos quisimos tanto..., recopilación de muchas de sus perlas, y me cuentan. Yo ya lo echo de menos.
Otro que se nos marchó antes fue Cesc, de quien ahora se edita una antología con lo mejor de su producción para El Correo Catalán y publicaciones de humor como Por favor o Hermano Lobo. En ella encontrarán como prueba del valor testimonial que puede tener el humor gráfico una de las más brutales radiografías de la sociedad española, en la que se presta especial atención a las penurias económicas y la desigualdad entre clases: solo en algunos chistes de Quino, el creador de Mafalda, he encontrado algo que se le pueda equiparar al respecto. Lo más terrorífico es que con la crisis actual que nos ha tocado sufrir este Todo va muy bien podría pasar por material actual si no fuese porque hablar de pesetas y no de euros nos recuerda que las ilustraciones fueron publicadas entre 1968 y 1978. Lo que les decía: terrorífico.
Pero no todo van a ser penurias: recordemos el soplo de aire fresco que supuso en aquellos años en los que El País de las Tentaciones era un suplemento sobre cine, música y otras disciplinas culturales y no un folleto de tendencias para gafapastas y demás gente cool la aparición en sus páginas de El bueno de Cuttlas, el cowboy minimalista, en donde el mundo del Lejano Oeste no es más que una excusa para jugar con los recursos del humor, este sí hilarante, así como con las convenciones narrativas: al contrario que Cesc, Calpurnio sí apuesta por el uso de viñetas; tanto es así que se permite retos como meter 168 cuadros en una sola página o romper con el sentido de lectura convencional. Es entonces cuando se revela el talento del autor, un genio que a través de Cuttlas y su mejor amigo, convertidos en mendigos sentados en un banco del parque, resuelve de un brochazo el enfrentamiento ancestral entre dos de los diarios españoles más pujantes: "El ABC es más blandito, sirve de almohada", afirma Jim. "Sí, pero El País abriga más", responde Cuttlas. Me he quedado con la curiosidad de saber qué pensaría este vaquero sin rostro de nuestro El Periódico de Villena.
Todo va muy bien y El bueno de Cuttlas (Integral) están editados por DeBolsillo y Glénat respectivamente.