Cultura

Nos engañó Luis

Si bien muchos de nosotros pensamos tras el partido amistoso que la selección disputó con Rusia, que el resto de encuentros se desarrollarían de modo similar, estábamos equivocados. El pasado miércoles los restaurantes, cafeterías y bares, estaban colapsados, la clientela se componía de profesionales de todos los campos, incluso –en el mejor de los casos– de fábricas o estudios en el que toda la plantilla tomó un descanso para disfrutar con la selección. Y disfrutaron, no cabe duda. Fue lo que se dice un buen juego, tanto en defensa como en ataque, un juego coordinado. Un equipo al que nadie pudo tildar de falto de gol. Ucrania sufrió en sus carnes a una selección nacional compacta y armoniosa con jugadores y jugadas bien definidos. No deja de ser sorprendente lo fácil que aceptamos cualquier situación cuando nos es propicia, aunque hayamos pasado semanas desconfiando y mofándonos del técnico y la plantilla española.
Muchos han agradecido la llegada del Mundial, entre otras cosas para que de este modo se acabe –si es que algo es capaz de hacerle sombra– con el despiece carroñero que se inició tras la muerte de Rocío Jurado. Opiniones para todos los gustos: también se puede escuchar en la jauría popular el deseo de que España ni siquiera sea capaz de superar la liguilla para llegar a octavos de final. Y no se trata de una actitud anti-españolista, sino más bien una esperanza de que la vida torne a su estado natural –quien dice vida habla en muchos casos de programación televisiva, aparato que absorbe cualquier evento sin considerar su sustancialidad en pro de la audiencia–. Parte de quienes tienen este deseo parecen ignorar que, llegados a la programación estival, la basura comienza a oler a basura antigua, a basura agusanada y polvorienta.

Por fortuna vamos a tener un verano absolutamente saturado de actividades, además organizadas desde todos los flancos. Serán los CAV con su programación “universitaria”, el concierto de Coti sin Pau pero con Pereza, las ciento y una presentación de madrinas de las comparsas, las fiestas de todos los veranos, el Entroya, el 25 aniversario de la Semana de Cine, el Muvifest y no sé cuántas más. Consecuencias, o no, de un año preelectoral. Porque realmente la gran mayoría de actividades provienen de la iniciativa privada, lo que debería hacer pensar en que el papel del municipio puede comenzar a derivarse en la promoción de dichas actividades –de Villena en consecuencia– en el plano provincial al menos. También se debería pensar en crear y adaptar nuestras obsoletas infraestructuras y servicios a unas nuevas expectativas de convocatoria –provocadas por la nueva promoción propuesta–. Ser capaz de metamorfearse tal y como el Sabio ha hecho con la selección.

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