¿Nuevos cambios de la Junta Central o el desconocimiento de la fiesta? (Carta al director)
Y llegó nuestra Morenica. Y fue recibida como bien merece, primero con el acompañamiento de miles de romeros, y después con el sonido y el olor que produce la pólvora y que va abriendo camino por las calles de Villena hasta llegar a lo que será su casa durante más de quince días: la Iglesia de Santiago.
Y llegó, de nuevo, el desconocimiento de la fiesta por parte de algún miembro de la Junta Central con grandes responsabilidades en esto de la organización festera.
La Virgen, tradicionalmente, cuando llega a la plaza de Santiago y comienza a entrar a la Iglesia, es señal suficiente para que comiencen los tiros de parte de los arcabuceros apostados en el lugar esperando, precisamente, ese momento que, además de estar marcado con la minibandera verde del elegido para la ocasión está tejido, sobre todo, en el conocimiento de cómo funcionan las cosas. Y es ahí donde los alféreces comienzan también a rodar sus banderas, aquellas que son verdadero símbolo de algo acompañados por la música de la Banda Municipal (a la que tanto hay que agradecer, por otra parte). Y la Virgen se da la vuelta en la portada de la Iglesia y mira a la plaza. Y el estruendo lo llena todo. Y ni los arcabuceros dejan de disparar, ni los rodadores dejan de rodar hasta que la Virgen no vuelve a aparecer de nuevo por la puerta, que es, precisamente, después de haber dado toda la vuelta a la Iglesia de Santiago ante la mirada emocionada de los mayores e intrigada de los pequeños. Son momentos de silencio en el ruido: disparos, música, banderas al aire y reflexiones internas, donde la gente hace sus primeros ruegos, desata sus lágrimas, de alegría o tristeza, y siente la explosión de muchas emociones que confluyen y se acompasan al ritmo de la visión de la Virgen rodeando la Iglesia.
Pero este año no. Este año aquel que enarbola la minibandera verde, con orgullo y satisfacción como si de un trofeo se tratara, decidió que tras la primera salida de la Virgen a la puerta, se acabaron los tiros, y cambió su bandera verde por roja, conocedor del poder que ese gesto tiene: ya no se podía disparar más y se daba además vía libre a la gente que se arremolinaba en la plaza para invadirla, siendo imposible dar marcha atrás, quedándose la Virgen sin disparos en su recorrido, los rodadores sin apenas tiempo de jugar con las banderas y desde luego, sin enaltecer el momento como bien merecía. La Mahoma recibió más tiros que nuestra Morenica este año.
Parece mentira que la Junta Central, que sabe que cada mínimo detalle de cada acto de fiestas tiene un sentido que las distingue y por eso mismo, las fiestas de Villena son como son no cuide estos momentos, que igual pasan desapercibidos para muchos, pero que hacen que cada instante sea especial para unos cuantos.
Parece mentira que la Junta Central, que tanto controla los elementos de seguridad de cada arcabucero, los segundos de disparos de cada festero, los tramos en los que se prohíben los disparos, las sanciones por arcabuzazos mal dados (y que ha de seguir haciéndolo así), no controle también a sus responsables, a aquel al que han encomendado esta función, que aunque parezca un juego de banderitas verdes y rojas, es mucho más que simplemente eso.
Parece mentira que la Junta Central que tanto nos habla de tradición, traicione lo que se ha venido haciendo toda la vida.
Claro, que quizás es un nuevo cambio en nuestras fiestas, y todavía no me había enterado. Disculpen, entonces, mi desconocimiento de las mismas.