Cartas al Director

Nuevos dioses (Carta al Director)

Es el título de una novela que leí hace ya muchos años. Pero en esta Carta al Director tiene un sentido distinto al que su autor describió. Cada cuatro años, sea a nivel Nacional -en un momento- o de Comunidades Autónomas y de Ayuntamientos -en otro-, una serie de seres de nuestra especie –creo– vienen a pedirnos que acudamos a votarles mediante sufragio universal.
Previo a esa petición se recrean en contarnos lo guapos que son, lo bien que lo han hecho y, si no han sido ellos los que gobernaban, lo bien que lo van a hacer y lo mal que lo hacen los otros. Me estoy refiriendo, por si no lo “han pillado”, a eso que ahora se hace llamar la clase política. Luego, hasta que pasan casi otros cuatro años, no se acuerdan de quién les ha votado. Pero, ah amigo, cuando se acercan de nuevo las elecciones, brotan, cual si de hongos se tratase, estos seres que anteriormente comentaba.

En nuestra ciudad, Villena, al poco de llegar, democráticamente, el actual Equipo de Gobierno, surgió un problema grave como consecuencia de las lluvias torrenciales que cada cierto tiempo tenemos que sufrir en la comarca. De momento se realizó un “parche” para dar solución momentánea al asunto que me hizo pensar que nuestra clase política no estaba a la altura de las circunstancias. Poco después comprobé con agrado que me había equivocado, que, independientemente de quién fuera la administración que lo sufragara, se estaba acometiendo una obra hidráulica que podría dar respuesta al problema.

Aunque se encuentra sin terminar, me alegro de que se haya acometido. Y más me alegraré si de verdad solucionan, aunque sea en parte, los problemas de lluvias torrenciales que sufrimos en Villena cuando toca.

Según lo dicho hasta ahora ¡bien por nuestra clase política!... Pero señores, estamos en crisis, aunque lo quieran minimizar casi todos los que ahora nos piden el voto. No se puede consentir que, por realizar, espero que bien, una obra hidráulica necesaria para Villena con el dinero de nuestros impuestos, hace poco, viéramos el esperpento de que, con una semana de diferencia se erigieran dos monolitos (o como los quieran llamar) para que quede para la posteridad –foto incluida– que una parte la ha financiado una Administración y otra u otras, otra distinta.

Este circo, que nos cuesta “nuestros dineros” (hablamos de personalidades y séquito), me recuerda a aquellos emperadores o faraones que se consideraban dioses y que levantaban monumentos conmemorando sus hazañas para que quedasen para la posteridad. En aquella época estaría bien y en momentos de bonanza, quizás también, pero no es el caso.

Sinceramente, aunque resulte soez, se podría comparar la situación con una persona que fuera a la Ponderosa –o como ahora se llame– y, porque la barragana hubiera rematado una buena faena –disculpen el símil taurino–, le pidiera lo correspondiente a la tarifa pactada, más un dinero adicional para ponerse un diploma en el local por el buen trabajo realizado.

Esto no tiene ni pies ni cabeza –y no entro ni quiero entrar en monumentos faraónicos construidos por cualquiera de las Administraciones–. En la casa de cualquiera de nosotros, si no nos llega para llegar a final de mes, no nos dedicamos a poner diplomas u otros adornos.

Los políticos que gobiernan, que ya cobran por su gestión, no pagan los “diplomas”, si los pagan, con su dinero ni con el de su partido, sino con el de los contribuyentes a los que piden el voto.

Ojalá alguien –podría ser Vd.– reclame algo de cordura contra el despilfarro de nuestros gobernantes.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba