O follamos todos…
Para desgracia de quien se alegró al no encontrar esta columna la semana pasada, aquí me tienen dispuesto a seguir incordiando y reivindicando algo tan raro como el respeto, cualidad desconocida por muchos de nuestros vecinos, aunque luego quieran ocultarlo a base de golpes de pecho y patriotismo de viva mi pueblo y viva mi Patrona.
Y no. No vengo a meterme con las fiestas, aunque bien mirado sí que podría valer esta columna como advertencia, puesto que apenas faltan 48 horas para la celebración del Pasacalles, acto que siempre va acompañado de la coletilla anunciador de nuestras Fiestas. ¿Anunciador? ¿Y a quién coño se lo anuncian, si puede saberse? ¿A un jubilado despistado? ¿A la colonia serbo-bosnia? ¿A la última foca-monje del Mediterráneo? ¿Acaso queda alguien a estas alturas de la película que no sepa que el 4 de septiembre empiezan las fiestas? Comprenderán, no obstante, que a servidor le traiga al fresco lo que anuncie cada cual, siempre que para ello no le dé por liarse a trabucazos y, en consecuencia, nos amargue la vida a quienes no tenemos el más mínimo interés por ser informados de dicho acontecimiento.
Viene esto al caso porque observo en los foros de epdv.es un creciente número de quejas respecto a la nefasta costumbre que tienen muchos de nuestros vecinos, que a la mínima que pueden se lían la manta a la cabeza y se ponen a tirar cohetes y tracas para anunciar que están de fiesta, lo cual no tiene nada de malo, excepto si esos cohetes y esas tracas se lanzan a horas intempestivas, como las 8 de la mañana de un domingo como el pasado, con la clausura de la Semana Cultural de no sé qué barrio y no es un caso aislado, que a falta de mejor faena les ha dado por importar esa aberración llamada despertà, que consiste en joderle la vida al prójimo sin motivo alguno.
Como les decía, estas sonoras costumbres están tocando las narices a cada día más villeneros, algunos de los cuales ya están pidiendo a nuestro Muy Ilustre la elaboración de una Ordenanza sobre ruidos que venga a poner orden en este guirigay, en el que basta con ser miembros de una comparsa u ostentar un carguico en una asociación para fastidiar a los vecinos, festeros o no festeros, asociados o no asociados, bebés, niños, ancianos y enfermos incluidos.
Puesto que servidor no fue a misa el día que explicaron eso de poner la otra mejilla, ni está por la labor de andar corriendo al concejal de turno en plan acusica a decirle que fulanito está haciendo ruido, el Aure prefiere apostar por la acción directa, para lo cual lo único necesario es la igualdad de condiciones. Así que si hay quienes pueden, con total impunidad y con la bendición de las autoridades, hacer ruido cuando les venga en gana, considero que lo justo es que todos podamos hacer lo propio, y cuando digo todos incluyo a discotecas, bares, locales de amigos, pisos particulares y hasta gilipollas con equipo estéreo en su Polo oscuro. Entonces veríamos quién puede más o quién se cansa antes. Pero mientras tanto, tendremos que seguir quejándonos y recordando ese dicho que afirma que, o follamos todos, o la puta al río.