O.R.L.J.L.O.T.M.V. (4 de 6)
Pues sí, todo llega y también en estas reflexiones sobre la Ordenanza Reguladora de Locales Juveniles y Locales de Ocio del Término Municipal de Villena (O.R.L.J., en adelante), despejamos la X para resolver que la incógnita es igual a seis. Es decir, la presente, a modo de conclusión personal, y un epílogo donde contaremos con las rigurosas matizaciones que desde el plano profesional nos regalará mi apreciado F. Lks (sepa que usted que lo nombro para que no se escapen ni usted ni los botellines necesarios). Entre tanto ya han aparecido un par de artículos públicos de opinión sobre la O.R.L.J. que recomiendo leer, muestras de atención que suponen un alivio ante lo que nos puede llegar.
El primero: Mamá, ¿subes la paga?... de M.P.U.B, pone el dedo en la llaga en unos cuantos puntos débiles de la Ordenanza. Por ejemplo el que aplica tabla rasa situando en el mismo plano todos los espacios sea cual sea su temporalidad, su uso, o las molestias que ha causado en el vecindario. Valores que no me parecen desestimables, puesto que al obviarlos actuaremos injustamente: sin ajustarnos a la realidad. Y es que sin desmerecer el derecho que tiene un grupo para alquilar un espacio durante un par de meses con carácter lúdico y festivo, no creo que pueda ser igualado al espacio alquilado durante años por una asociación para desarrollar actividades culturales. El segundo, Locales y Jóvenes
, de Eladio Cortés, entre otras muchas líneas presenta una sobre los Ruidos soportados por el vecindario que irremediablemente me lleva a preguntarme si la falta de intervención municipal ante las quejas vecinales se justificaba por la ausencia de una ordenanza al respecto
Y en estas la O.R.L.J. parece presentarse desde la Corporación Municipal como un producto poco invasivo para la vida social villenera, una medida de la que casi podríamos despreocuparnos. Lo que vendría a ser más una exhibición de poderío, un modo de reservarse el derecho, que un protocolo inamovible (aunque protocolo es, e inamovible también). Y dicen que es un ejercicio necesario, aunque hasta el momento no se hayan cerrado locales por exceso de decibelios o por escándalos en la vía pública. Pero de todas formas, si no se piensa llevar a cabo: ¿para qué el largo esfuerzo para redactarlo y aprobarlo? Y aunque si en realidad no es para tanto, diremos que puede que no lo sea hoy, ahora, puesto que deja la puerta abierta para cualquiera que en el futuro sí quiera aplicarlo a rajatabla.
En definitiva, los padres y madres de la O.R.L.J. han avanzado durante largas horas de servicio ciudadano en un esquema limitador y sancionador que ni siquiera se tomado la molestia de considerar los matices que el Consejo de Juventud de Villena realizó al respecto. Todos y todas por igual, pese a ser diferentes. Pedagogía de premio y castigo, pero sin premio.