Cultura

O.R.L.J.L.O.T.M.V. (5 de 6)

Apuntaba la pasada semana respecto a esta Ordenanza Reguladora de Locales Juveniles y Locales de Ocio (O.R.L.J., en adelante), que su implantación no responde a la montaña de quejas y/o demandas realizadas por vecinos o vecinas, o por las fuerzas del orden. Sino que parece más bien fruto de una bombilla que se enciende dentro alguna(s) cabeza(s) con responsabilidad municipal. Y si bien no voy a negar las molestias que a causa de los locales han sufrido y sufren muchos vecindarios, también me gustaría conocer el número de quejas recibidas en nuestro ayuntamiento y el número de intervenciones que la policía ha realizado al respecto.
La cuestión es que cada cara tiene su cruz, y si la cara es la O.R.L.J., la cruz comenzaría con la adecuación a dicha ordenanza de los locales municipales cedidos a asociaciones de diversa índole. Aquello de dar ejemplo, vamos. Porque aunque generalmente la ocupación de tales locales no haya sido fruto de incidencias, probablemente por el uso al que está destinado, la dichosa ordenanza propone hacer tabla rasa desde la igualdad más desigual: la que prefiere ignorar. La cruz continuaría en el mismo sentido: si contabilizamos las asociaciones o grupos de carácter socio-sanitario, cultural (música, teatro), deportivo o lúdico. Asociaciones o grupos más o menos estables, que difícilmente podrán costear la adecuación de sus espacios a la O.R.L.J., y no me digan que es la parte arrendadora la que debe hacerse cargo ;-). También los grupos que han mantenido durante años un local social sin causar el menor trastorno al vecindario, se verán afectados por estas medidas de precaución y respeto comunitarios. Un conjunto donde probablemente se puedan inscribir más de cincuenta locales, cincuenta agrupaciones a los que no les vale de nada ni su labor ni su conducta quizás intachable.

La cruz, para finalizar, podemos encontrarla resolviendo la siguiente cuestión: en una ciudad que durante décadas ha contado con una media de diez grupos musicales (roqueros o cómo quieran llamarlos) y otros tantos dedicados a las artes escénicas, ¿dónde podrán encontrarse cuatro, ocho, jóvenes para comenzar su camino? En ninguno. Y sin embargo hasta el momento se ha logrado: insonorizando con hueveras primero, cambiando de local hasta encontrar uno que no supusiera molestias, invirtiendo en insonorización después, al tiempo que compran instrumentos y material musical... Pero la O.R.L.J., siguiendo el modelo Wert, conforma un escenario donde solo quienes dispongan de un amplio capital de inversión puedan desarrollar su afición, creatividad y quizás futura profesión.

Pero así son las cosas: queridas personas, artistas y juventud, la O.R.L.J. y su tabla rasa viene para joderos la vida. Pensad si queréis gastar vuestro dinero en seguir sus normas o en pagar sus multas. Salid luego a la calle a demandar locales de ensayo y un poco de consideración, os dirán que ya tenéis televisión y wifi y un montón de actividades que organizan para vosotros y vosotras a las que escasamente asistís. Amén.

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