O todos moros o todos cristianos (carta al director sobre el reparto de las tribunas cerradas para ver las Fiestas)
Desde hace unos pocos años el acceso a las tribunas festeras para poder disfrutar de los desfiles de fiestas se ha convertido casi en misión imposible. Somos bastantes los que todos los años nos arremolinamos haciendo cola frente a la casa del festero para poder adquirir unas sillas respetables que nos permitan disfrutar de los desfiles y cuando éstas se ponen a nuestra disposición observamos con asombro que gran parte de "el pescao ya está vendido", independientemente de nuestra posición en la cola. Esta circunstancia habitual se ha convertido en un problema para las personas que no tenemos acceso por otros medios a dichas sillas y cuyas principales causas, y causantes, expongo a continuación:
- En mi opinión, y la de otros muchos, el principal causante de esta situación es la ocupación de las tribunas por "tribunas festeras" de grupos cerrados. Dicha figura no tiene por que ser necesariamente negativa, de hecho es estupenda para todos aquellos que tienen acceso a las tribunas festeras, además de un suculento negocio para la Junta Central de Fiestas (JCF). Sin embargo, desde mi punto de vista, sí que resulta más dudoso el mecanismo de reparto y acceso de grupos a las tribunas. Parece mentira que en un proceso que tiene muy pocos años, menos de una década, se hayan establecido castas con derecho de acceso a las tribunas por el simple hecho de haberlas ya disfrutado en años anteriores. Teniendo en cuenta la gran demanda social de dichas tribunas, este criterio se ha convertido en un privilegio de unos grupos para perpetuar su acceso a las tribunas y vetarlo a otra gran parte de la población. Este mismo proceso de acceso a las tribunas es el que se ha venido siguiendo durante no pocas décadas para portar a la Virgen. Si bien en este caso este privilegio puede tener algún sustento por su dilatada tradición, parece mentira que se haya arbitrado su aplicación en la asignación de tribunas festeras (sin ninguna tradición de por medio) y no se haya podido encontrar un procedimiento más equitativo. En este sentido la máxima de "o todos moros o todas cristianos" no nos vendría nada mal. Lamentablemente, bastantes décadas de por medio no han sido suficientes para cambiar ciertas formas de proceder tendentes a crear y perpetuar castas.
- En segundo lugar, resulta preocupante, la posición de la Concejalía de Fiestas en todo este asunto. La gestión y explotación de las tribunas de fiestas se lleva a cabo mediante un convenio de cesión de suelo PÚBLICO. Pongo público en mayúsculas para remarcar este carácter del suelo por lo que, por más que el Ayuntamiento sea el encargado de su gestión, nos pertenece a todos. Siendo así, es decir, no siendo el Ayuntamiento el propietario, se debería tener un cuidado exquisito en su cesión para garantizar que se hace un uso correcto de un bien que el Ayuntamiento simplemente gestiona. Básicamente, cuando a mi me dejan un traje de festero tengo más cuidado con él que si fuera mío, aquí debería pasar lo mismo. Pues bien, hasta donde he podido conocer, el convenio de cesión de suelo del Ayuntamiento a la JCF exige exclusivamente que se respete la legalidad vigente en cuanto a la empresa concesionaria y el respeto a la normativa municipal, es decir, el cumplimiento de los requerimientos mínimos legales. En mi opinión el Ayuntamiento mediante este convenio está incumpliendo su figura de garante del suelo público y de los intereses de los ciudadanos y está firmando un "cheque en blanco" para que ocurran cosas como las que describo a continuación.
- La Junta Central de Fiestas es el segundo actor principal en esta lamentable situación. Tras la cesión resultante del "cheque en blanco" del Ayuntamiento, la JCF adopta unas criterios de gestión de las tribunas manifiestamente mejorables y en algún caso hasta reprobables. Al establecimiento de castas del que ya hemos hablado se ha de añadir un segundo problema, que acarrea otros muchos, la falta de transparencia en la venta de entradas y tribunas, es decir en la explotación de un recurso público, que la Concejalía de Fiestas de no debería permitir. Particularmente, este ha sido el segundo año que he solicitado adquirir una tribuna festera sin ninguna suerte estos dos años. En ambas ocasiones se me ha hecho creer que he entrado en algún sorteo. Sin embargo, tengo grandes a este respecto. Este año conozco a 7 grupos que han pedido tribuna de los que 4 ya la tenían en años anteriores y 3 no, teniendo todos este año exactamente la misma "suerte" que en años anteriores. Quien sepa un poco de estadística se imaginará que este resultado es difícilmente fortuito. Por otro lado, ayer me llegó, en conversación informal, que el sorteo de este año se había hecho entre los que ya hubieran tenido tribunas en años anteriores cuando, pobre de mí, pensaba que yo también estaba en el bombo (y no me refiero al de la Banda de Música). Por otro lado hay quien asegura que todos los grupos hemos entrado en un mismo sorteo. En cualquier caso, para evitar chismorreos, conversaciones informales y suspicacias sería conveniente que la JCF aclarara ciertos puntos ¿por qué no se hacen públicos (a ser posible de antemano) los criterios de reparto de las tribunas festeras? ¿por qué no se hace público el sorteo de las tribunas? si no se hace público el sorteo ¿por qué no se hace público al menos el resultado? si no se tiene en cuenta en el sorteo el haber dispuesto o no de tribuna en años anteriores (como se me ha asegurado en otras conversaciones) ¿por qué se pregunta este hecho en el formulario de solicitud de tribunas festeras? Podría exponer bastantes otros puntos oscuros en la gestión de las tribunas por parte de la JCF pero la extensión de esta Carta al Director no me permite muchas más alegrías. En cualquier caso creo que la aplicación de la máxima de la mujer del Cesar ("No sólo ha de ser honesta, sino además parecerlo") haría un gran bien a la gestión y credibilidad de la JCF, al menos en cuanto a las tribunas festeras, que como hemos dicho ocupan el suelo público de la ciudad.
- Existe un último actor con responsabilidad en todo este embrollo: el Ayuntamiento de Villena, más allá de su Concejalía de Fiestas. Resulta preocupante el dinero que se gasta el Ayuntamiento vía Concejalía de Turismo en promoción de la ciudad cuando difícilmente los visitantes a la fiesta patronales van a encontrar acomodo para poder ver sus desfiles. Doy por hecho que la JCF reservará cierto número de plazas para ser vendidas el mismo día. Yo desconozco cuales son esas plazas, supongo que las que no han podido ser vendidas en tribunas festeras y de forma anticipada. En cualquier caso estaríamos hablando de "plazas sueltas" que difícilmente satisfarán a un número razonable de visitantes. Además, si las plazas de venta para el mismo día no son debidamente señaladas y publicitadas corres el riesgo de sentarte en una plaza vacía y que al rato te levante su propietario. En cualquier caso la falta de transparencia e información sobre dichas plazas, además de arrojar nuevas sombras y opacidades sobre la gestión de la JCF, socava la labor de promoción de la ciudad por parte de la Concejalía de Turismo que debería decir algo sobre este asunto. Estos hechos manifiestan una descoordinación importante entre Concejalías del Ayuntamiento, con preocupantes consecuencias e ineficiencias en la gestión pública (la labor de la Concejalía de turismo se ve deteriorada por la gestión de la Concejalía de Fiestas).
Ya para terminar me gustaría hacer un llamamiento a todos los actores mencionados para que estos hechos no se repitan. Me resulta sonrojante que mi primera expresión en un medio público sea para debatir sobre una cuestión tan frívola como las tribunas festeras. En cualquier caso en esta queja subyace otra sobre la gestión de los recursos públicos y la transparencia en su gestión. Esto también debería avergonzar a las entidades implicadas. Ojalá esta carta sirva para cambiar algo tanto en la gestión de las tribunas festeras como en el proceder, en general, de las entidades implicadas. El año que viene por estas fechas podremos comprobarlo.
Atentamente.
