Ojosdeaire permanece casi siempre callado en su pupitre del fondo
Ojosdeaire es un dios, aunque un dios de la gracia, como un lirio o una pluma de cisne. Tiene doce años y va a mi clase de primero A de la ESO. Tiene la cara de un ángel. Tiene el cuerpo delgado de un ángel. Tiene las manos finas de un ángel. Tiene la piel blanca y suave de un ángel. Tiene los ojos grises muy claros como el cielo cuando duele.
Cuando pasa a tu lado deja algo flotando en el aire, como un ángel; o como esas imágenes que nos traemos del sueño y nos acompañan a lo largo del día. Ojosdeaire permanece casi siempre callado, en su pupitre del fondo. Mira con su mirada de espuma y nunca habla. Solamente cuando los profesores le piden que diga algo se levanta de su silla y contesta. Esos momentos son de una gran luminosidad. Su timbre de voz es como cristal. Se pueden ver todas las cosas que dice a través de su voz. Es capaz de recitar las preposiciones o las partes del cuerpo humano como si se tratara de algo sagrado. Lo oyes y quieres que su voz se quede dentro de ti. Quieres que su voz pueda cogerse y plegarse para guardarla y usarla otro día, cuando las cosas no te vayan bien. Todos amamos a Ojosdeaire. Lo amamos los alumnos y alumnas. Lo aman los profesores. Pero lo que nadie más sabe es que guarda un secreto. Porque Ojosdeaire va a morir pronto y creo que nadie lo va a poder impedir. Quizá no muera mañana, ni pasado, pero va a morir. No me pregunte cómo lo sé. Tengo este peso en el pensamiento porque no puedo probarlo. Pero cuando estoy cerca de él puedo presentir golpes como mariposas violáceas bajo su ropa. Puedo presentir golpes como mariposas violáceas en sus ojos cuando mira por la ventana como si quisiera ver algo que está muy lejos. Puedo presentir en la forma de apretar levemente sus labios que pasa largas noches encerrado en el dolor su habitación, acomodado en un lugar más allá del miedo y la desesperación, esperando a que él entre. Porque he visto a su padre los pocos días que viene a recogerlo al colegio. Y he visto a través de los ojos sin fondo de su padre que algún día lo matará. Porque lo que he visto es a un hombre sótano con un podrido gusano dentro. He visto a un hombre rugidor que por la noche es cabalgado por un demonio. He visto a un hombre araña tejiendo la tela donde consumar el exorcismo de su paranoia. Soy una cobarde, pero es que no sé cómo probarlo. No sé qué hacer con mis terribles presentimientos. O tal vez el destino es una frase escrita en un idioma incomprensible Ahora el curso está a punto de terminar. Pronto dejaremos de ver a Ojosdeaire. El verano será largo y monótono. Los insectos zumbarán alrededor de los huesos de cerezas y yo rezaré cada día para que llegue septiembre y él aparezca de nuevo en la puerta del colegio. Rezaré para que no le pase nada y vuelva. Pero rezaré sobre todo para que vuelva convertido otra vez en un dios, pero esta vez en dios del rayo y de la fuerza, como una vara de bambú o la garra de un león.