¿Opiniones respetables?
Que el patio anda revuelto es algo sabido. Desde hace algún tiempo, el ambiente a nivel local también nacional se condensa excesivamente debido al mar de declaraciones, ofertas, contraofertas, plataformas, contraplataformas, ocurrencias, insultos, provocaciones, ataques a la libertad de expresión
, ambiente que, debido a su concentración, no permite pensar con calma.
Los acontecimientos se precipitan y hay que posicionarse casi por obligación, con lo que la distancia para la reflexión desaparece. Sucede que aprovechando algún acontecimiento, sea de la índole que sea, la bronca está servida. Y es en este ámbito un tanto desquiciado donde vuelven a tener cabida comentarios y opiniones que parecían fuera de circulación, olvidados. Es evidente que si fabricamos el clima de enfrentamiento luego nos será más fácil expresarnos con agresividad y demagogia, que si el clima es sereno y propicio para el debate. Volver a recordar que el razonamiento con más vigor y fundado, fruto de un contraste de ideas, es el que debiera prevalecer, casi resulta preocupante. Pero así es. Sospecho que hemos perdido un tanto la brújula y cada cual se ve a sí mismo con capacidad para decir lo que le que pase por la cabeza sin el más mínimo pudor. Aquí, en Villena, en algunos medios de comunicación sobre todo en los digitales los malos modos, la mala educación, la desconsideración y el insulto están a la orden del día. Compruébelo usted mismo. En estos foros la voz se difumina, se enmascara detrás de unas iniciales, o direcciones de correo, o seudónimos más o menos ingeniosos que impiden absolutamente conocer quién se expresa (en honor a la verdad hay alguna persona por ahí que se presenta con nombre y apellidos). Sigo, y afirmo que entre el marasmo de representaciones y caretas es fácil opinar sin temor a verse delatado y sentirse identificado. Un poco más de transparencia.
Entro en el título del artículo ¿Opiniones respetables? Lo voy a repetir de otro modo: ¿Son respetables todas las opiniones? Respuesta: ¡NO! Existe la creencia de que sí. Hay una corriente falsa, que circula con total impunidad, que manifiesta que cualquier opinión es respetable. Mire, respetables somos las personas por el mero hecho de ser personas. Tenemos dignidad que nos la hemos ganado a pulso a lo largo de la historia. Somos depositarios de derechos que nos confieren como seres que merecemos respeto por ser, repito, personas. En cuanto a nuestras opiniones, serán respetables si obedecen a criterios éticos compartidos y que no atenten contra los demás. Un ejemplo: Todos los votantes del Partido Popular son unos ignorantes e ilusos. Es mi opinión. ¿Qué le parece? Otra: Todas las mujeres deberían quedarse en sus casas para cuidar a sus hijos. Esta otra: Los inmigrantes deberían obtener un salario más bajo que los españoles, haciendo lo mismo, porque para eso están aquí. ¿Qué, cómo ven mis opiniones? Dos más: Se deberían arreglar sólo las calles céntricas porque son las que más ven los visitantes o los negros son ciudadanos de segunda categoría. ¿Qué tal? Ya ven, siguen siendo opiniones. Tengo muchas más. ¿Le parecen razonables? ¿A que no? ¡Pues claro!
Y para que no se diga, me aplico la receta. Mi propia opinión está sujeta a veredicto. Soy consciente de que mi parecer también está en entredicho, sólo lo contrasto con el suyo intentando dar razones para ello: Yo no estoy en posesión de la verdad. Así entiendo el asunto.
Convendría que tanto opinador hiciera autoexamen, que no se pontificara sobre el bien y el mal gratuitamente, que la opinión no fuera el simple exabrupto, o la primera ocurrencia, lo diga quien lo diga.
Sería bueno que se rebajase la tensión existente. Que la fuerza de la razón se impusiera a la razón de la fuerza, y que las opiniones se meditasen antes porque, insisto, todo no vale.
Por favor, lea estas palabras de Juan Goytisolo con mucha calma y piense: Prefiero equivocarme por mi cuenta que tener razón por consigna. Casi nada. Es mi opinión.