ORA pro nobis
Tal vez la proximidad de la Semana Santa pueda haber influido. O solo sea una coincidencia. Pero el asunto de las no-multas y el estacionamiento en las zonas de aparcamiento regulado (ORA) está adquiriendo en Villena una dimensión mística.
Hace unos años, un político del Partido Popular se lamentaba de que nadie había entendido que los aeropuertos sin aviones eran para las personas. Ahora todo parece indicar que nadie comprende que el tiempo es ORO (recaudatorio); que los Verdes nada tienen que ver con zonas azules; o que la concejala de Tráfico puede contradecir a la de Comercio, aunque sean la misma persona. Y es que la política muchas veces resulta tan inescrutable y misteriosa como la religión.
Por eso, si tuviese que interpretar lo que está pasando, acudiría a tres elementos propios de la teología cristiana que ayudan a explicar lo sucedido: cuestión de fe, culpa y penitencia.
Lo de la edil de Seguridad Ciudadana y Tráfico, Esther Esquembre, es cuestión de fe. Hay que creer en su palabra como dogma de verdad absoluta cuando afirma que la empresa concesionaria actúa completamente al margen del Ayuntamiento. No hay que dudar de que las multas impuestas son solo informativas, no sancionadoras. Aunque en ningún momento se especifique nada al respecto en el ticket. Y se deben dar por buenas, sin más, las inexactitudes y tergiversaciones a las recurre en sus vagos argumentos para eludir cualquier responsabilidad, cargando contra otros gobiernos municipales anteriores por la puesta en marcha de este servicio.
La consecuencia de todo ello implica asumir la culpa que, por supuesto, siempre es de los demás. De la empresa concesionaria por tomar por su cuenta y riesgo la decisión de subir el coste de las multas hasta 50 euros; de los equipos de gobierno anteriores que, respondiendo a una demanda ciudadana, regularon el estacionamiento de vehículos en el espacio público para dinamizar la actividad económica; del Espíritu Santo por no haber inspirado a los Verdes alternativas de aparcamiento o compensaciones económicas tras eliminar plazas de la ORA en algunas calles actualmente en obras; de los villeneros y las villeneras por disponer de coches, pero no de relojes.
Y, claro está, la culpa nos lleva al reconocimiento del pecado y a la posterior penitencia. Sin previo aviso, los usuarios sancionados se han llevado la desagradable sorpresa de ser multados con una cantidad que multiplica considerablemente el coste por exceder el tiempo de aparcamiento limitado. De ahí el aumento de enfados y los juramentos en arameo que se han detectado entre la ciudadanía durante estos días.
Solo se me ocurre decir que, ante tanta ineptitud en la gestión municipal, falta de diligencia y excusas que suenan a manipulaciones torticeras, alguien se apiade de estos pobres mortales. Dios nos pille confesados. Ruega por nosotros. Amén.