Otra historia
Abandonad toda esperanza, salmo 522º
En el mundo del cómic, como en el de cualquier arte, hay autores -la gradación que sigue va de menos a más- malos, mediocres, solventes, estupendos, excelentes y excepcionales. Y luego están los que van más allá de lo excepcional; los que son, simplemente, otra historia. Uno de estos casos inusuales es Neal Adams, nacido en 1941 y considerado como uno de los autores más importantes del cómic superheroico... si bien su talento ha brillado en historietas de géneros tan variopintos como el western, el bélico o el terror. Pero Adams tenía muy claro desde su más temprana juventud que quería dibujar a los superhéroes de DC Comics; algo que consiguió a partir de 1965 convirtiéndose en la mano derecha de otra leyenda del gremio, el director editorial Carmine Infantino, y en el portadista favorito de la compañía. Tiempo después se pasaría a Marvel, donde volvió a triunfar redefiniendo la estética de algunos de los personajes fundamentales de la editorial. Cualquiera que haya leído (y mirado y remirado con delectación) sus historietas protagonizadas por Batman o la pareja formada por Green Lantern y Green Arrow en colaboración con el guionista Dennis O'Neil, o las aventuras de los Vengadores y los X-Men que dibujó a partir de los guiones de Roy Thomas, se dará cuenta enseguida de que el trabajo de casi todos los grandes dibujantes del género que vinieron después, de John Byrne a Jim Lee pasando por el primer Bill Sienkiewicz, no sería el mismo sin la influencia de sus figuras humanas, de anatomía perfecta, y sus sorprendentes escorzos. Para comprobarlo, tienen una buena muestra de su inconmensurable talento en las páginas del volumen antológico El Universo DC de Neal Adams: aunque estos primeros cometidos en la editorial no se cuentan entre lo mejor de su producción, si les parece que estas aventuras protagonizadas por Superman, los Jóvenes Titanes o la Liga de la Justicia de América, así como las "Historias de guerra" centradas en las hazañas (bélicas, claro) del ejército de los Estados Unidos, son propias de un principiante, tal vez deberían hacerse una revisión en la óptica más cercana.
Quizás en otra ocasión les cuente lo del día en que me hice una foto con Neal Adams poco después de que me pisara un pie (como lo oyen); pero esa sí que es otra historia. Prefiero hablarles de otro de esos autores que están más allá del bien y del mal: Michael Wm. Kaluta. Nacido en 1947, este artista con aspecto de motero escapado de la serie Hijos de la anarquía empezó dibujando historietas surgidas de la cultura pulp, como Flash Gordon o el ciclo venusiano del escritor Edgar Rice Burroughs, pero fue cuando se asoció con Dennis O'Neil (sí, otra vez él; algún día habrá que pararse a dedicarle la atención que merece a este escritor y editor fundamental del medio) para dar vida a una nueva encarnación del personaje radiofónico The Shadow cuando todas las miradas se giraron hacia su trabajo. Por otra parte, su leyenda se ha cimentado también sobre la mítica comunidad artística de la que formó parte junto a Jeffrey Jones, Barry Windsor-Smith y Bernie Wrightson (¡casi nada!) en la segunda mitad de la década de los 70: The Studio, en un pequeño loft del barrio neoyorquino de Chelsea donde resulta sorprendente que cupieran tantas toneladas de talento. Por si esto fuera poco para justificar su estatus de mito viviente de la historieta, recientemente se ha recuperado uno de sus trabajos más emblemáticos: la space opera Starstruck, concebida por la guionista Elaine Lee, y en cuya versión en viñetas para Marvel el artista despliega ante los atónitos ojos del lector un imaginario visual apabullante digno de competir en igualdad de condiciones con los universos intergalácticos de Star Wars o Star Trek. La edición integral que les recomiendo, por cierto, cuenta con numeroso material extra que hace que la oferta sea si cabe todavía más jugosa.
Quizás en otra ocasión les cuente lo del día en que cené con Mike Kaluta poco después de que me hiciera un dibujo de La Sombra (sí, tengo un original suyo); pero esa sí que es también otra historia. Así que mejor les cuento algo de otro autor que también forma parte ya del olimpo de los dioses del cómic: Richard Corben. El caso de este guionista y dibujante nacido en 1940 es muy particular: la mayoría de sus compañeros de generación se dividían entre los que trabajaban para la gran industria manufacturando tebeos de género (caso de los citados Adams y Kaluta) y aquellos que se movían en el territorio del cómic independiente escribiendo historietas más o menos autobiográficas o dando rienda suelta a sus desvaríos (como Gilbert Shelton, nacido también en el 40; o el gran Robert Crumb, del 43). Pero Corben, curiosamente, se mantuvo en principio y como estos últimos al margen del gran mercado del cómic para hacer lo que le venía en gana... que no eran sino historietas de género puro y duro. Concretamente, de ciencia ficción y fantasía: qué lector de las revistas y los álbumes de la añorada Toutain no recuerda su Den o su Mundo mutante, o las adaptaciones de Robert E. Howard (Bloodstar) o Harlan Ellison (Vic & Blood). Luego, claro, su talento sería mundialmente (re)conocido y dibujaría de manera ocasional a personajes tan célebres como Hellboy, Hulk o el Castigador para escritores como Mike Mignola, Brian Azzarello o Garth Ennis; pero donde Corben se mueve como pez en el agua es en los relatos que también escribe él mismo, caso de su creación más reciente: El Dios Rata, un estremecedor (pero estremecedor de verdad) relato de terror de reminiscencias lovecraftianas en cinco entregas, recopilado de forma íntegra para su edición patria, y donde el viejo maestro demuestra que está en plena forma.
Quizás en otra ocasión les cuente lo del día en que pude darle un abrazo a Richard Corben poco después de haber desayunado con Scarlett Johansson. Pero esa, además de ser otra historia, sería mentira. No como las otras dos, que les juro por lo más sagrado -y a las pruebas gráficas de aquí al lado les remito- que me ocurrieron de verdad.
El Universo DC de Neal Adams, Starstruck y El Dios Rata están editados por ECC, Norma y Planeta Cómic respectivamente.