Apaga y vámonos

Otra vez Mr. Marshall

Lo que es cíclico, es cíclico. Y no tiene remedio, señora. Así que, según van pasando los años, nos vamos acostumbrando a que, llegadas ciertas fechas, surjan inevitables polémicas. Unas veces se disfrazan de un modo. Otras, de otro. Pero debajo de las distintas apariencias siempre está el mismo origen. Verbigracia, los toros. O las Fiestas. O la unión de Fiestas y devoción religioso-cultural, un cóctel explosivo.
Un suponer: pongamos que un grupo de festeros de Villena, a los que llamaremos Escorpiones, deciden soltarle un puyazo a Celia Lledó y a su equipo de gobierno durante la Retreta. Además, no queda nada en el aire: los propios participantes se encargan de distribuir un panfleto donde se explica clara e inequívocamente a quién va dirigida su crítica, lo que al mismo tiempo justifica la elección de la escenografía (el Baile de las Espías). ¿El resultado? Una alcaldesa que pide disculpas no se sabe muy bien por qué y un pueblo vecino –y amigo– levantado en armas y convocando por vía de urgencia un Consejo de Participación Ciudadana, como si no hubiera problemas más graves que atender en Biar.

A mi juicio, lo de menos es cómo ha quedado la cosa, que finalmente se arreglará con el envío de un par de escritos (aunque había quien estaba por la labor de darnos unos azotes o declararnos la guerra). Pero me preocupa más lo que ha quedado de manifiesto: hooligans de ambos pueblos, auténticos fanáticos de un costumbrismo rancio y ombliguista, liándose a mamporrazos digitales en los foros, echándose en cara agravios que se pierden en la noche de los tiempos y soltando bravuconadas del tipo a ver quién la tiene más larga (las fiestas, se entiende).

Casi, casi lo mismito que nos hemos guisado y comido los villeneros solos discutiendo sobre la ya cansina corrida de toros y sus circunstancias. En cualquier caso, y puesto que estoy viviendo la polémica con una indiferencia que casi se acerca al hastío (ya les expliqué que respecto a los toros no soy ni pro ni anti), lo que más me ha sorprendido de esta movida es la auténtica devoción con que nuestra alcaldesa se ha posicionado respecto al tema, y es que me llama mucho la atención –sobre todo tras ver el famoso DVD, donde no asoma un toro ni de lejos– lo que ha dicho la Sra. Lledó en respuesta al escrito presentado por la Peña Cultural Taurina Villenense solicitando la celebración de la corrida del día 7. Un escrito, a todo esto, que fue presentado con fecha 18 de julio, que también es casualidad, pero es tanto el amor que destila Celia hacia los toros que hasta pienso pasar por alto esta circunstancia.

En efecto, nuestra alcaldesa ha señalado literalmente, y está recogido en un acta oficial, que “es interés de esta Corporación el fomentar en la sociedad un clima de apoyo a la afición taurina por cuanto se considera que las corridas de toros constituyen un espectáculo propio de la idiosincrasia española, cargado de valores tradicionales, históricos y culturales auténticos, que es obligado salvaguardar y defender”. ¡Olé!

Y en esas estamos: discutiendo por chorradas y malgastando nuestras fuerzas en Consejos Ciudadanos y foros de todo tipo en lugar de centrar nuestro trabajo en lo que verdaderamente importa. A ver si un día de estos leemos, también en un acta oficial, que “es voluntad de esta Corporación pasar de chorradas y facilitar la construcción de millones de metros de suelo industrial para atraer empresas y dar trabajo a villeneros, biaruts y todo aquel que quiera sumarse al carro del progreso”. Si ese día llega, les prometo que mi “¡Olé!” no será, ni mucho menos, sarcástico.

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