¿Otra vez? Pues va a ser que no
Desde que el mundo es mundo, siempre que una sociedad libre se encuentra en horas bajas o vacas flacas, salen de su escondrijo los salvadores mundanos tratando a toda costa de imponer sus arcaicas doctrinas, sean del tipo que sean, haciéndolo por medio de proclamas anónimamente firmadas.
Lo verdaderamente molesto y denigrante no es otra cosa que haya sujetos que piensen u opinen de una forma diferente a ellos y que lo hagan dentro de eso que constitucionalmente hablando se ha dado en llamar libertad de expresión.
Cuando alguien se queja de que otros firmen sus escritos como les salga de lo que les cuelga (y no son los mocos), y si esto lo hace, como ya he dicho, de forma anónima, lo que en realidad está haciendo es escupir contra el viento. Bendita saliva.
Si es cierto que descendemos del mono (cosa que a veces no dudo), hay alguienes que con sus acciones demuestran, día a día y sin lugar a dudas, que no han evolucionado en absoluto, y cómo no, siguen subidos al árbol bajando de vez en cuando solo para jiñar sin limpiarse, nunca y para nada, la boca.
Pretender que la libertad es proporcionada por un líder creado o por cualquier organismo es, a mi modo de ver, una total y soberana estupidez, pues la libertad ni se da ni se vende, se gana cometiendo errores, errores estos que ciertas entidades o formaciones en un claro afán de protagonismo, tienen la pretensión de que se vuelvan a repetir.
Y como ya estoy hasta el forro de escribir, este sujeto se va firmando como le sale de las narices, pero firmando. Lo dicho, no se puede volver atrás después de todo lo que se ha caminado. Hasta más ver pues, majos. ¡Au!