Otro año a oscuras
Abandonad toda esperanza, salmo 161º
Permítanme que les haga una confesión, dado que ya me llevan soportando más de tres años y eso es algo que, se quiera o no, siempre une: mientras ustedes, los más tempraneros, ya plenamente inmersos en la vorágine navideña, lean estas líneas, un servidor habrá dejado atrás la soltería y estará en pleno vuelo de luna de miel a la que posiblemente sea la ciudad cinematográfica por excelencia: Nueva York.
¿Y por qué les cuento esto, aparte de por la poco confesable pero muy transparente razón de darles un poco de envidia? Pues porque tengo que justificar, recordándoles el tiempo que te roban los preparativos de una boda, el por qué en el siguiente repaso de lo mejor de la cartelera anual han de faltar por fuerza películas que me ha sido imposible ver hasta el momento, caso de Quantum of Solace, Appaloosa, Las horas del verano, La ola o My Blueberry Nights.
Pero ni el mayor de los bodorrios jamás concebidos impediría que les mencione las que para este servidor de ustedes son las mejores películas del 2008. Algunas pueden encontrarlas todavía en cartel; otras, de querer recuperarlas, tendrán que ser disfrutadas ya en la intimidad del salón. Pero unas y otras merecen muy mucho la pena. Ahí van las cinco primeras: por encima de todo, dos cintas que ya fueron las favoritas en los últimos Oscars: la ganadora, No es país para viejos, de los hermanos Coen, sobrio y soberbio cine negro de la mano de Cormac McCarthy, y Pozos de ambición, o la mirada de King Vidor y Stanley Kubrick recuperadas por el siempre sorprendente Paul Thomas Anderson; después, dos sorpresas de la talla de El caballero oscuro y Los extraños, cine de género popular -de superhéroes la primera, de terror la segunda- que supera con creces cualquier expectativa regalándonos algunos de los mejores momentos cinematográficos del año; y, cerrando la selección de elegidas, La noche es nuestra, impecable drama familiar y policial de James Gray.
El protagonista de esta, Mark Wahlberg, repite en El incidente, un homenaje al cine de serie B que pese a ser inferior a El protegido o El bosque está por encima de La joven del agua y recupera al mejor M. Night Shyamalan; más comercial que esta resulta ser Doomsday (El Día del Juicio), posiblemente la película más desenfadada, divertida y descarada del año -¿se les ocurre mejor razón para justificar su mención?-; y tampoco hay que olvidar a Ridley Scott, que vive uno de sus mejores momentos creativos, y su último film sobre el espionaje internacional: Red de mentiras.
Frente a estas cintas, espléndidas muestras del mejor cine comercial, también hay que dejar un lado para las producciones de este lado del charco: Gomorra, según el polémico libro del perseguido Roberto Saviano, ha conseguido ella sola revitalizar el alicaído cine italiano; por su parte, Emir Kusturica sigue fiel a su universo onírico y felliniano (y, de paso, a sus muchos fans, entre los que me cuento) con la estupenda y reivindicable Prométeme.
Y no sigo que ya llevamos diez y me quedo sin espacio. Solo me queda desearles unas felices fiestas y un espléndido 2009, a vivir en compañía de los que les quieren y de nuestro El Periódico de Villena.