Cultura

Otro fin de semana

Lamento la crónica a toro pasado de “otro fin de semana”, queridas personas, pero es el resultado de la asincronía entre la escritura de un texto y su lectura. Claro que esto debe tener alguna solución, pero les aseguro que no está a mi alcance. Así que si le digo que el pasado viernes por la noche después de tomar una cerveza en el Guancho, me acerqué a uno de los Conciertos de La Cantina, puede que me diga que usted también estuvo allí, entonces le diré que viviría ese agradable y divertido ambiente de gente dispuesta a disfrutar de la música, en este caso la de Auxili, de Onteniente. Y es que nos pongamos como nos pongamos, la respuesta que Villena dio a esta iniciativa, igual que la que comienza a dar en esta segunda etapa, es una certeza más que una muestra de las demandas de nuestra ciudad.
El domingo por la mañana me acerqué por el Espacio Joven, fue David García quien el viernes por la noche me animó a pasar, a ver un encuentro que con alguna periodicidad programa un grupo interesado en la esgrima. Me sorprendió el número de participantes, así como las informales exhibiciones con distintas armas que parecían manejar con bastante soltura. Una visita que no dejo de recomendarles si tienen ocasión. Y, siguiendo con actividades adecuadas para realizar con el Señor S., el domingo por la tarde nos acercamos a la Casa de la Cultura para ver El gallo de las veletas de la compañía La Canica. Un espectáculo infantil de esos que dejan huella, tanto por el delicado trabajo de sus actrices, como por sus elementos, como por su puesta en escena. El trabajo resulta una divertida aventura bañada en una poesía que se gana mediante ritmos y entonaciones. Son los rudimentarios medios del teatro de los que se valen para dar la magia a un pequeño relato, porque consiguen transmitir las emociones y las sensaciones oportunas para que el patio de butacas quede expectante. Y si antes he dicho rudimentarios medios teatrales es porque parece que ahora, en contra de la cordura, lo normal es apostar por la grandiosidad en la iluminación, el vestuario, el maquillaje, en lugar de acercarnos a la narración del abuelo o la abuela, o al espectáculo que nunca es pequeño si es redondo: armonioso, bello, rítmico.

El domingo por la noche me voy a San Antón al ensayo de Wertiades, una lectura dramatizada, que se representa el jueves 28 en conmemoración del Día Mundial de la Filosofía. El texto de Juan Antonio Negrete resulta un ejercicio cuanto menos curioso, tal y como indica el subtítulo: “lo que Sócrates le diría al ministro Wert”. En él nos encontramos un cuidado razonamiento dialéctico que nos permite reflexionar desde la base y sin triquiñuelas sobre la nueva Ley de Educación. En fin, por aquello que les decía de la asincronía, espero que supieran ustedes del evento antes de leer estas líneas hoy, que ya es viernes.

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