Cultura

Oveja negra

Habrá pasado algo así como un mes desde aquella rueda de prensa en una mesa rebosante de personal, de nombres propios y de departamentos, donde se anunció la salida a la luz de la revista Oveja Negra. Con Villena como denominación de origen y nuestro Espacio Joven como útero, esta revista emprendió su camino como cualquier otra sosegada y venturosa criatura de carácter cultural: pensamiento crítico, divulgación científica, ensayos sobre arte, creación literaria y/o artística, monografías. Ya saben. Toda una suerte de pacíficas e intelectuales características incapaces de ocultar tras unas tapas la energía, la mordacidad y el rigor que bulle en su interior. La acción siempre es beligerante y el pensamiento siempre es crítico.
En la primera entrega de esta deseada colección, el grupo editor de la revista ha elegido Los años 20 como punto de partida y de encuentro. Y así, de la mano de cada participante, en un acertado enfoque personal con mínima atención a lo genérico y a la enumeración. Así, eligiendo cada cual a aquello que le resulta más cómodo o interesante, ciñéndose al enclave de los años veinte para servírnoslo más o menos crudo, más o menos didáctico, crítico, exquisito, nos encontramos a Malena Roldán escribiendo sobre Arquitectura, a Ernest Callaway sobre Música, a José Miguel PS sobre Ciencia, a Miguel Rojas sobre Cine, a Rosana González sobre Pintura y a Adrián Benatar sobre Literatura (y ya puestos a nombrar, por qué no señalar las colaboraciones de Felipe L. Navarro, Daniel Martínez y Enrique M. García, para cerrar el volumen).

El proyecto Oveja Negra, queridas personas, hasta donde yo sé y les puedo contar nace en terrenos de nuestra concejalía de Juventud, con un contrato de mínimos para su correcto crecimiento, lo cual es muy aconsejable para este tipo de empresas que requieren de toda un estructura y de un desarrollo temporal donde buscarse, encontrarse y asentarse. Luego, como en el Amor, cualquiera sabe qué ocurrirá. Pero por el momento, los dioses nos han sido propicios y la criatura ha llegado a una casa con pan y con cuna, lo que también es de agradecer a quienes tienen o facilitan unas perspectivas en el Área de Juventud que llegan más allá de un titular en los medios o de la entrega a la ciudad de una costosa caja vacía.

La propuesta, permítanme hablar más allá de ella misma, resulta interesante por muchas causas nada frugales. Recupera las intenciones divulgativas que la Oficina de Juventud lleva buscando desde aquel suplemento Interiores encartado en un periódico local, o el mismo Concurso de Narrativa. Esto supone entre otras cosas un vehículo de comunicación con la ciudad, que además se circunscribe a edades para las que generalmente no se han venido programando espacios ni actividades (algo que también está cambiando en los últimos tiempos). Además nace en un entorno físico y en torno a unas generaciones que parecen poco dispuestas a quedarse de brazos cruzados, lo cual siempre es de aplaudir. Corran ustedes a adquirir su volumen gratuito en los puntos anunciados, y déjense llevar por ella antes de condenarla a una estantería.

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