Abandonad toda esperanza

Padres desorientados

Abandonad toda esperanza, salmo 508º
Los padres que acuden al cine con sus hijos sin informarse antes de lo que van a ver últimamente no ganan para sustos: lejos están los tiempos en que cualquier film de superhéroes era para todos los públicos, y en ocasiones se encuentran con un material que no es precisamente el más indicado para los pequeños. El toque de atención fue la primera película Marvel del presente año (aún faltan tres más, para escarnio de mi compañero Andrés Leal): quizá si nos hubiese llegado convenientemente traducida como Masacre alguno se lo habría olido, pero sospecho que la decisión de dejar el título original de Deadpool se ha hecho con toda la (mala) intención del mundo para confundir al personal; ese mismo que no se enteró de que era un film para adultos aunque el protagonista vistiese una máscara y un pijama rojos. Dirigida por el debutante Tim Miller y protagonizada por un Ryan Reynolds mucho más a gusto que cuando le tocó disfrazarse de Green Lantern para la Distinguida Competencia (el chiste con las iniciales no es mío, como recordarán los lectores de cómics más veteranos), la cinta hace gala de toda la violencia explícita y el humor zafio que han conseguido meter en menos de dos horas. Pero esta provocación es solo la superficie: lo más interesante es el discurso metalingüístico del relato, ya presente en los tebeos originales, y lo creíble que resulta el romance que sustenta y justifica el resto de la trama.

Supongo que algunos de los que sobrevivieron a Deadpool, imaginándose curados de espantos, se dispusieron después a disfrutar del que a priori era el mayor evento cinematográfico del año: Batman v Superman: El amanecer de la justicia. Y supongo que volvieron a sentirse estafados: aunque cuenta con un acto final espectacular en el que se luce el departamento de efectos especiales -curiosamente, es el tramo de menor interés, al menos para el que esto firma-, estamos ante otra propuesta sobria y ampulosa más, como era de esperar, de Zack Snyder, experto en esto de adaptar novelas gráficas tras 300, Watchmen y El Hombre de Acero (en mi opinión, la mejor película de Superman a fecha de hoy, y no me olvido de las de Donner y Lester); y, como aquella, está producida por Christopher Nolan, verdadero responsable en la sombra de la mayoría de edad del cine superheroico gracias a su trilogía del Hombre Murciélago. De esta nueva propuesta de ambos, destaca una primera hora excepcional, y hasta los haters más recalcitrantes han tenido que admitir que Ben Affleck está perfecto como Bruce Wayne / Batman. Por otra parte, no es una obra redonda, desde luego: me falla Jesse Eisenberg como Lex Luthor, personaje soberbio en las páginas impresas pero al que ningún intérprete, ni siquiera grandes como Gene Hackman y Kevin Spacey, le ha sabido coger el pulso; y, sobre todo, la voluntad de meter tantas cosas en dos horas y media supone que ninguna se desarrolle como debiera. Por otro lado, los críticos de la vieja escuela dirán que para que una película sea buena debe funcionar por sí misma, y parte de razón no les falta, pero en esta era transmedia se hace inevitable admitir que esta cinta es menos una secuela de El Hombre de Acero (que también) que una precuela de la reunión de los personajes más emblemáticos de DC en el film de la Liga de la Justicia; un proyecto que, lo siento por los haters y me alegro por los que como yo disfrutan con la versión más oscura y solemne de estos héroes enmascarados, también estará en manos de Snyder y, espero, Nolan.

Hace unos años, el refugio de aquellos que no gustaban de los contenidos para adultos que mostraba la gran pantalla era, precisamente, la pequeña: en cada sacrosanto hogar, la televisión debía amoldarse al amplio espectro de su público doméstico, y las series tenían que cortarse bastante a la hora de mostrar según qué contenidos a según qué horas. Pero con la llegada de los canales de pago y las plataformas digitales la situación es bien distinta, y es precisamente en estos contenedores donde podemos ver la versión más explícita de nuestros personajes favoritos. Así, canales como Netflix han acabado convirtiéndose, si se me permite el paralelismo, en la línea MAX (de nuevo, los lectores veteranos sabrán por dónde voy) de nuestra TV, y si aquella publicó, por ejemplo, Alias de Bendis y Gaydos, Netflix realizó la correspondiente adaptación en imagen real: Jessica Jones. Pero de esta ya les hablé en su momento, como de la previa Daredevil. Así que me limitaré a recordarles que desde hace un par de semanas ya está disponible la segunda temporada de esta última: trece nuevos episodios que, contra todo pronóstico, recuperan y potencian el interés de la anterior, desarrollando a secundarios como Karen Page o Wilson Fisk y añadiendo las mejores versiones en carne y hueso que hemos visto hasta ahora (y en uno de los casos no han sido pocas) de dos personajes tan emblemáticos como Elektra y el Castigador. Ojo a la composición que de este construye el actor Jon Bernthal: impresionante es decir poco. Eso sí: la violencia es bastante explícita, y sin la coartada humorística de Deadpool resulta desagradablemente realista (como debe ser, por otra parte). Así pues, no hagan como aquellos padres desorientados y acuesten a los niños antes de ponerse a verla.

Deadpool y Batman v Superman: El amanecer de la justicia se proyectan en cines de toda España; Daredevil está disponible en la plataforma Netflix.

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