Palabras: No sólo de pan se alimenta el hombre
Tengo un deseo confesable de rendir un homenaje a las letras. Desde la antigüedad, las letras impresas han contribuido de manera significante al enriquecimiento intelectual y cultural de la humanidad. Este tipo de comunicación nos ha permitido plasmar ideas y sentimientos, nos ha informado y hemos podido reflejar la historia a lo largo de los años.
Pronunciada primero, se desarrolló en escrita, la palabra pasó de boca en boca, siguió de mano en mano, de cera en pergamino, de papel en papel, de tinta en tinta, cayó sobre las láminas olorosas y blancas y llegó hasta nosotros impresa y negra, viva tras un largo pasaje por los siglos llamados de oro, por las gloriosas épocas, a través de los textos conocidos con el nombre de clásicos más tarde. La palabra fue dicha para todos y yo la mimo de caricias.
Las palabras se van enlazando como una cadena que necesita del siguiente eslabón para su composición. Ardua tarea la del escritor que busca la palabra perfecta, que exprese emociones o sentimientos que lleguen al receptor con la misma sustancia con la que fue escrita.
Amo las letras, o mejor dicho las palabras, de forma desorbitada; me han ofrecido tanto por el simple hecho de haberles prestado mi atención, que tienen mi respeto y mi admiración. He nacido con ellas y poco a poco me las voy acoplando en la azotea de mi cuerpo. Luego juego con ellas a que las ordeno, pero siempre son ellas las que traicionando mi inocencia buscan espacio en un folio.
Abrazos y besos derrocho sin compromiso ante el arte de las palabras que enamoran, de las luchadoras, de las que me dan la paz, de las que se muestran arrepentidas y las que corona la cima.
Siento la necesidad imperiosa de alimentar mi espíritu con suaves palabras sobre palabras. Que riqueza tiene la palabra convertida en poesía, las palabras bien dichas y que orgullo representa decir lo que uno sienta.
Hay un abanico de palabras que suenan en mi cabeza buscando salida impresa, pero se amontonan y se atropellan, son tan poderosas que en ocasiones necesito una reflexión profunda para darles impulso en mi boca. Las palabras nos inician en nuestra personalidad, abren nuestras posibilidades y dan belleza al diálogo interno en un intento del conocimiento humano.
Cuando deslizo mi vista por el mar incesante del vocabulario, me dejo enamorar a veces inmediatamente y otras las absorbo poco a poco. Me transportan a la sabiduría y a las experiencias de otras personas y me siento privilegiada. Lleno mi alma de palabras, letras y signos que dan sentido a la vida, mi vida.
Fdo: Fabiola Martínez