Para qué escribir
No quiero ser forista porque no me va el tú más de siempre, para eso ya están los que a eso se dedican. Me gusta escribir desde la convicción, sin tener que recurrir al manual que desconozco de Cómo ofender con el menor número de palabras a más personas que no piensan como yo.
La madurez, si madurez es haber cumplido casi los cuarenta, debería inducir a quien les escribe a saber transmitir las conclusiones que una vida ni corta ni larga, ni rica ni pobre, me ha dado. Seguramente los antitodo que nos rodean no descubran en mí a alguien con quien tomar café a gusto. Prefiero la sencillez tanto como la complejidad
Y después de todo este pequeño rollete de presentación de powerpoint, iré al grano: parece ser que si alguien se decide a compartir algún artículo con cierta asiduidad (la mía es todavía muy corta) produce, sobre todo en quienes no van en la misma línea, tal incertidumbre que conlleva a la obligación que no sé dónde está escrita, de definirte, esto es, que digas de cuál eres. No me refiero ni a cuestiones futboleras ni de comparsa festera, ya saben de qué se trata, se trata de siglas.
Sí, soy una persona de Villena que no ha votado ni votará al Partido Popular. Además, no me encuentro a gusto en el centro, no me siento capaz, a modo de veleta, de hoy estar contigo y mañana contra ti. Sí, soy de izquierdas, feminista, separo en casa los envases del papel-cartón, del vidrio y saco la basura a partir de las 21 horas (ahora podemos hacerlo todos los días). Me llevo bien con mis vecinas y con mi familia. Tengo muchos amigos y amigas, leo bastante y veo los telediarios. Y, como todo el mundo, salgo de Villena a alguna zona comercial de vez en cuando. Hasta ahí, todo normal.
Pero hay algo muy importante que quienes no van a invitarme a café nunca deben conocer: me gusta el progreso, creo en el progreso y me hubiera gustado que Villena estuviera gobernada por progresistas, no por estos aprendices de estadistas de derechas. Les puedo asegurar que no me avergüenzo en absoluto de no votar ni a Celia Lledó ni a Camps y, por supuesto, jamás haré la barbaridad de ofrecer mi confianza a Rajoy. En fin, que no me va el Partido Popular.
Fíjense, no me pasa nada por ello, no les guardo rencor por gobernar (quiero decir, mandar) en Villena y en la Comunidad Valenciana. Y esto que me ha hecho reflexionar mucho me hace preguntarme lo siguiente: ¿por qué tras la decepción y esa especie de dolor he asumido con normalidad y junto a los míos, sin aspavientos, lo que hay? Y, segunda pregunta, ¿por qué quienes han ganado todavía nos guardan tanto rencor?
¿Terapia? ¿Valeriana? Creo que necesitamos más respeto hacia las instituciones y que éstos que nunca me invitarán a café entiendan todo lo que conseguimos con la Constitución de 1978, que no es ser más españoles porque españoles ya lo éramos.