Cartas al Director

¿Para qué sirven las luces de emergencia… y la Policía?

Soy una vecina de Villena con domicilio en la calle Sancho Medina, una de las zonas afectadas por las “grandes obras” del ayuntamiento, y que por ello ve reducidas sus plazas de aparcamiento. Si sumamos las destinadas al juzgado y al comercio, ¿dónde aparcamos los vecinos?
Por este motivo estacioné mi vehículo, durante unos minutos, en un paso de peatones con las luces de emergencia, asegurándome de que no impedía el paso de los viandantes ni obstaculizaba el tráfico. Como caídos del cielo, aparecieron un agente de policía y una grúa. Mientras el operario se disponía a enganchar el vehículo, le rogué, le supliqué, le imploré… (vamos, que me faltó chuparle la porra) que por favor no se llevara mi coche, que lo necesitaba, pero no me hizo ni puñetero caso. Se dedicó a poner la mejor de sus sonrisas y a decir que estaba cumpliendo con la ley.

Le propuse desplazarme hasta el depósito de vehículos en la grúa o en el coche de Policía, con el fin de agilizar la operación, ya que necesitaba rescatar mi coche lo antes posible, a lo cual también se negó. En ningún momento el agente se dignó a interesarse por si realmente tenía una emergencia, ya que era lo que las luces de mi coche indicaban, ni a facilitarme el proceso. Me desplacé a pie hasta e retén, y una vez allí, cuando me disponía a pagar mi sanción, otro agente me comunicó que el datafono no funcionaba, y me invitó a desplazarme (a pie) hasta un cajero, porque si no pagaba no me devolvía mi coche, mientras él se quedaba tranquilamente sentado, aumentado el tamaño de sus posaderas (menos mal que están para ayudar al ciudadano).

Pues bien Sr. Agente, cumpla usted con la ley y preocúpese del bienestar de los contribuyentes y no vaya por ahí amargándoles el día a las personas. Sería más eficaz su labor si informara a sus superiores de que en dicho paso de peatones no existe rampa de acceso para las personas que se han de desplazar en sillas de ruedas. Prediquen pues con el ejemplo y cumplan sus obligaciones como nos obligan a nosotros a cumplir las nuestras.

No solo de “grandes obras” vive el hombre; a veces una simple rampa de acceso puede ser más útil que el mayor de los “coliseos”.

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