Cartas al Director

Partidos que empezaron en las plazas y terminaron en un rincón

Los rincones tienen su encanto. Son esos sitios íntimos, alejados de las muchedumbres, inaccesibles y escondidos, que nos guarecen de los peligros y preservan en un refugio de integridad ética las rarezas incomprendidas por la gran mayoría. Sin embargo, cuando has ocupado las plazas y las calles repletas de gente reivindicando tu lugar en el mundo, resulta desolador poder quedar arrinconado.Perder el favor de la multitud y ser castigado al ostracismo implicaría el riesgo de recluirse en la marginalidad. Al igual que los niños revoltosos que se han portado mal, los partidos políticos de ámbito nacional y local deberían hacer examen de conciencia de cara a la pared. Se están jugando buena parte de su credibilidad.
La semana pasada Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, invitaba a los militares aque colocaran su stand en un rincón. No quería que la institución castrense compartiera el mismo espacio con otras ofertas formativas dentro de una feria dedicada a la educación. Una medida polémica que, sin embargo, cumplía el mandato democrático aprobado mayoritariamente por el Pleno del Ayuntamiento barcelonés a propuesta de la CUP.

Nada que objetar. O sí. La ideología pacifista no puede intoxicarse de apreciaciones independentistas porque podría entenderse que si el Ejército fuera catalán, quedaría eximido y todo sería diferente. El concepto de“patria” es la consecuencia más emocional e irracional de la organización político-administrativa de los territorios. Los ejércitos, además de contribuir con su simbolismo a la idea de nacionalidad, son el cuerpo armado que la defiende de las supuestas amenazas internas y externas. La CUP quiere que Catalunya deje de ser un rincón al noreste del mapa de España. Así pues, resulta complicado discernir el verdadero propósito de la decisión municipal, ¿antibelicista o antiespañolista?

Todo quedaría un poco más claro si el mismo criterio lo hubieran aplicado a los centros educativos católicos. La confesionalidad y la educación no pueden ser tampoco compatibles para los partidos de extrema izquierda. Además, la Iglesia no es un ejemplo de institución democrática. Al menos el Ejército, organismo regido por las leyes del Estado,convoca plazas de empleo público,lo que en estos tiempos es una oportunidad laboral para las personas jóvenes. Mientras, los seminarios y los conventos se vacían año tras año por la crisis de vocaciones. Y los colegios, institutos y universidades con origen religioso siguen captando al alumnado más pudiente.

La misma exclusión que el Ejército y la Iglesia deberían sufrir las escuelas de negocios privadas que instruyen a la élite de los “terroristas” económicos. El calificativo fue utilizado hace tiempo por la activista Colau para designar a aquellos que se encargan de gestionar los bancos y los fondos “buitre”causantes de muchos desahucios, desigualdad y pobreza.

Como dice la canción de Alberto Cortez, lo mejor y lo peor del ser humano está “en un rincón del alma”. Algunos partidos políticos, por dejar de estar en un rincón, pueden perder su alma. O pueden vender su alma para escapar de un rincón. Difícil dilema cuando las decisiones de los poderes públicos se toman representando a una ciudadanía compleja, plural y diversa.

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