Paseos por Villena para persona y carrito. Ruta I
Desde Días Felices nos complacemos en presentarles una serie de rutas no históricas ni turísticas ni esenciales en sí, y pese a haber sido realizadas empujando un carrito de bebé son practicables sin tal adminículo. La entrega de estas rutas se realizará de forma arbitraria y el número de volúmenes será indeterminado. En cualquier caso advertimos que tanto los espacios como las personas que aparecen pueden no ser más que ficciones o deformaciones de la realidad de éste que escribe.
Banda Sonora: Calle 13, Los de atrás vienen conmigo.
En las últimas semanas han aumentado las llamadas de don S. en busca de ayuda para ver el castillo. Tenemos la suerte de encontrar una impresionante postal de la Atalaya tras una de las ventanas del salón. Este domingo nos hemos levantado temprano y he decidido que ha llegado el momento de que don S. conozca la construcción. Comprados periódico, tabaco y gusanitos tomamos la Calle Maestro Moltó, que pese a las obras parece transitable. No nos asusta la llamativa pendiente, pero a medida que avanzamos descubrimos debimos preverlo que las calles de acceso a la fortaleza están escalonadas. Al fin, tras un importante rodeo, al llegar a la fuente de los burros sabemos que pronto estaremos ante la Torre del Homenaje. Rodeamos la muralla Este con la idea de descansar unos minutos en la barbacana. Allí don S. baja del carrito para estirar las piernas y entretenernos contemplando un paisaje roto por la línea del Ave; las vistas al otro lado obviando la construcción medieval ofrecen un aliciente inesperado: los prolegómenos de un toxicómano escondido en una cueva. Bajamos al centro por el Rabal, y aún sabiendo que basta dejar caer una canica para llegar a Santa María preguntamos a unos jóvenes sentados a la sombra cuál es el mejor camino. Una vez abajo recorremos la Tercia hasta la Plaza de Biar donde tomamos la calle Rulda para pasar junto al Parque de la Banda y llegar al Bulevar y de allí dando un rodeo cruzar junto a la Fuente sin patos ni niños hasta la Plaza de las Malvas. Hay tres anotaciones de interés en dicha plaza. Una, la papelera más cercana al parque infantil queda escondida tras un muro. Dos, la peligrosa combinación que suponen los chorros de aguas con los nidos de avispas. Tres, las deposiciones caninas en pleno suelo acolchado. Seguimos nuestro camino por la Calle San Francisco, donde la visión de los árboles del Paseo nos hace llevarnos las manos a la cabeza. De allí en un tris estamos en la Plaza de Santiago y aprovechamos para que Isabel me sirva una caña a mí y dos piropos a don S., que además se lleva un botellín de agua de regalo.