Patas arriba, esto es un atasco (de obras)
Las hormigoneras, perforadoras y excavadoras que han irrumpido en los últimos días en las calles han puesto patas arriba nuestra ciudad. La calma y la cotidianidad se están viendo alteradas como ocurrió en su día con el Plan E y el Plan Confianza. Sin embargo, estas obras financiadas a través del remante del presupuesto municipal no persiguen, en principio, reactivar la economía y favorecer el empleo.
Aunque todas estas iniciativas se parecen en la forma, se diferencian en el fondo. O tal vez no tanto. Por lo visto, la Biblia tiene razón al aludir a aquello de por sus obras los conoceréis. Todos los políticos, sean del partido que sean, recurren al cemento y al ladrillo para mejorar la vida de sus convecinos, reclamar la atención de la ciudanía de un modo efectista y, sobre todo, ofrecer resultados palpables que puedan rentabilizarse en las urnas como logros.
Sin embargo, ahora no estamos en campaña electoral, como suele ser frecuente en estos casos, y los trabajos que se realizan con el sobrante presupuestario del Ayuntamiento, no de la Administración estatal o autonómica, no pueden repercutir en costes adicionales de mantenimiento posterior. Así pues, se acabaron las piscinas cubiertas que hacen agua y los (a)cosos taurinos. Por fin se ha entendido que el dinero no crece en los árboles y no debe malgastarse en edificios ruinosos que provocan pérdidas en el erario público.
Sin duda, el alcantarillado en ciertas zonas de la ciudad necesita con urgencia unas reformas como las que se están llevando a cabo. Pero sorprende que estas actuaciones urbanísticas no se hayan incluido en las partidas presupuestarias correspondientes a este tipo de inversiones, haciéndose depender del remanente disponible. Desconozco si existe algún impedimento legal, recomendación tributaria o imposición fiscal del ministerio. Quizá solo sea una consecuencia de la manera de gestionar las prioridades políticas del equipo de gobierno Verde.
La condición de que los proyectos tuvieran que estar obligatoriamente cuantificados, licitados y adjudicados antes de final del pasado año ha provocado una considerable acumulación de calles cortadas, pavimentos levantados, aceras inutilizadas y reordenación del tráfico. Estas situaciones, que suelen originar algunas quejas vecinales por vicio o por motivos justificados, han multiplicado los riesgos del posible malestar ciudadano.
Aunque siempre se podrá consolar uno haciendo caso a las palabras de la edil de Obras y Servicios sobre la peatonalización de la calle Nueva, que beneficia a las Fiestas del Medievo. Una calle sin coches, pero con zanjas, vallas, montones de arena y maquinaria, por la que no se va a poder pasear tranquilamente como se podría deducir de la eufórica y eufemística declaración de la concejala.
A su compañero del área de Parques y Jardines le queda seguir insistiendo en que, alguna vez, doten de financiación su propuesta para reforestar y reorganizar el arbolado del paseo Chapí. Algo que manifestó en una reciente comparecencia que pasó desapercibida para la opinión pública. Se ve que esas medidas no son del interés de los Verdes, que prefieren primar otras cosas.
De acuerdo que los árboles necesitan gastos posteriores en forma de podas o riego, motivo porque el que a lo mejor no se podrían contemplar en los proyectos del remanente. Pero las calles tampoco se repintan ni se reasfaltan solas cuando se van deteriorando pasados los años.