Patrimonio (y 2)
Abandonad toda esperanza, salmo 204º
Parafraseando al cachondo de Fray Luis de León: Como decíamos ayer... aunque a su vuelta a la Universidad de Salamanca para él hubieran pasado años de prisión y para nosotros, desde que les hablara de la edición de cómics, hayan pasado solo siete días. Una minucia, ya ven. Decía entonces que me había quedado sin espacio para hablarles de Paco Camarasa, uno de los mejores editores de tebeos de nuestro país, y al que no hay que confundir con su homónimo en Barcelona, uno de los mejores libreros de nuestro país, y con esto en mente empiezo a preguntarme si la inclinación hacia la dedicación artística y el buen gusto no empezará ya desde el mismo nombre de uno. Pero discúlpenme, que me voy por los cerros de Úbeda aprovechando que dispongo con libertad de todo el espacio que me faltaba la semana anterior.
No recuerdo exactamente cuándo conocí a Paco, pero estoy seguro de que fue en algún sarao libresco de los que suele frecuentar demostrando que la especialización en la historieta no está reñida con el interés por ser una persona cultivada en otros campos de la creación. Lo que sí recuerdo es que me fascinó descubrir que aquella persona estaba detrás del catálogo de Edicions de Ponent, una de las llamadas editoriales independientes que no venden tropecientos mil ejemplares del último número de Batman o Naruto... ni falta que les hace. En este caso en concreto se apuesta por la obra de autor, en un noventa y cinco por cien producto autóctono con denominación de origen para hacer patrimonio, y que ha apostado por nombres como Luis Durán, Ana Juan, David Rubín, Guillem Cifré, Santiago Valenzuela, los alicantinos Pablo Auladell y Juaco Vizuete, el recientemente premiado (por todo lo alto) Felipe Hernández Cava y los futuriblemente premiables Antonio Altarriba y Kim.
Aprovecho ahora la ocasión para hablarles de dos nuevos álbumes del fondo editorial de De Ponent: el primero es De mano en mano, un guión de Emilio Ruiz plasmado en viñetas por una Ana Miralles alejada aquí de los ambientes exóticos que le han dado fama para centrarse en la fauna urbana de la España de hoy. Para ello el relato usa como excusa un billete de veinte euros que, como los pendientes de Madame de... de Ophüls o la pistola de El perro rabioso de Kurosawa, pasa de mano en mano penetrando así en las vidas privadas de varios individuos que pululan por una ciudad cualquiera. Un tebeo tan real como la vida misma.
Todo lo contrario es lo que el lector hallará en Julia y la voz de la ballena, donde Álvaro Ortiz (advierto, antes de que haya acusaciones de prevaricación, que ningún vínculo sanguíneo me une a este joven autor como ninguno me relaciona con la Princesa de Asturias) evoca los sacrosantos nombres de Verne, Stevenson y otros clásicos de los libros de aventuras -y, si me perdonan, a Los Goonies- y los mezcla con pasmosa naturalidad resultando un relato de fantasmas, sirenas, piratas y mucho, mucho sentido de la fantasía por parte de los niños protagonistas. Un álbum que gustará a pequeños y mayores, donde cada uno encontrará su propia e intransferible lectura. Una historia de las que se cuentan al calor de la fogata y que hacen soñar.
De mano en mano y Julia y la voz de la ballena están editados por Edicions de Ponent.