Cartas al Director

Patxi, el lobo

Recientemente, en el último Pleno del Ayuntamiento de Villena, hemos vuelto a ver un episodio de bronca política que sonroja a propios y extraños. Parece que el clima de crispación y enfrentamiento con el que acabó la anterior legislatura va a tener continuación en ésta que acabamos de comenzar. El motivo de la sublevación de la bancada Popular fue la no admisión de una moción de urgencia para tratar el asunto Richart, lo cual llevó al abandono del Pleno de todos los concejales del Partido Popular, así como la posterior respuesta arremetiendo contra el Sr. Alcalde por no haber permitido tal moción. Resultado, un episodio más del desencuentro y de las diversas formas de entender los asuntos municipales según se encuentre uno en el gobierno o en la oposición.
Vaya por delante mi opinión al respecto: considero que un concejal que está bajo sospecha debe dar las explicaciones oportunas de su caso con el fin de aclarar su postura. En este caso, al formar parte de un gobierno de coalición, con más motivo, ya que si la situación se empantana, el propio gobierno puede verse afectado, nos guste o no. Además añado que es en el Pleno del Ayuntamiento donde hay que dar las explicaciones, puesto que se trata de una persona con capacidad de mando local y conviene despejar toda duda o sospecha, por el bien del propio interesado, del Ayuntamiento y de la ciudadanía, que asiste estupefacta a este ir y venir de insultos y descalificaciones sin cuartel. Repito conviene que el caso Richart se aclare y se ofrezcan los argumentos que hubiera para clarificar su posición. Dicho esto conviene, también, detenernos un poco en el juego que los políticos locales nos brindan y que, desgraciadamente, nos seguirán brindando.

Para empezar, me parece que ausentarse del Pleno Municipal, máximo órgano de debate de un municipio, porque hayan rechazado la moción, por muy urgente que les pareciese a los demandantes, es un ejercicio de irresponsabilidad y de trabajar para la galería. Si ésta va a ser la táctica a seguir cada vez que a la oposición no se le contempla sus demandas, mal va a ir nuestro consistorio, y más todavía el escaparate que ofrecemos al exterior. Me da vergüenza que nuestros representantes municipales se enzarcen en semejantes diatribas, por muy legítimas que les parezcan a unos y otros, ya que mancillan el buen nombre de la ciudad, empañando la labor de un montón de gente que sí se preocupa de hacer las cosas bien y de contribuir al bienestar general. Es evidente que la moción comentada tenía como objetivo el dinamitar el Pleno y provocar el desaire del Alcalde, situándolo en una posición delicada y tensa. Por eso las descalificaciones posteriores de la edil Lledó así como la puesta en escena del concejal Valiente, solo hacen añadir más vergüenza al suceso. Sería muy edificante para el pueblo que se sujetaran un poco más los nervios, se mordieran un poco más los labios (de unos y otros) y pensaran dos veces lo que se va a decir porque las palabras quedan como losas y algunas son demasiado pesadas. No es de recibo que se tache al sr. Esquembre de dictatorial, de chavista, de castrista y no sé cuántas lindezas más por no permitir una moción –envenenada de origen— en el Pleno. Doctrina Lledó, pura y dura. Ella la aplicó sin pestañear en sus años de alcaldesa. Sobran los comentarios de la piel de cordero que se transmuta en lobo y otras ordinarieces por el estilo. Insisto en que los asuntos del municipio y de sus concejales hay que ventilarlos en el propio foro: El pleno. Yo, en primera persona, abogo porque se clarifique la historia enrevesada del edil Richart, pero de un modo más racional, con intervenciones que tengan sustancia, con argumentos, con modales, sin insultos ni insinuaciones vergonzantes. La ciudadanía lo exige, lo demás son fuegos artificiales que enmascaran la propia debilidad de la razón y se convierte en una venganza personal.

Por cierto, el sr. Alcalde, en la refriega, creo que salió airoso, viendo las imágenes del espectáculo circense, el cordero sigue siendo cordero, lo que no sé es hasta cuándo, si el PP va por estos derroteros, a lo mejor, a lo mejor le salen colmillos.

¿Castrista, chavista?, por qué no franquista que lo tenemos más a mano. ¡Ojito que las palabras nos piensan!.

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