Pepitos grillos, moskardones, larvas y moscas cojoneras
Los Pepitos grillos, los moskardones, las larvas y las moscas cojoneras son todos insectos, pero en nada se parecen. En los últimos días he advertido la proliferación de estas especies en Villena, no sé si a consecuencia de la llegada de la primavera, como resultado indeseado de los vertederos existentes o como plaga sobrevenida ante las inminentes elecciones municipales. Sin pretender hacer un tratado entomológico, creo que es posible categorizar la conducta de las personas a partir de estos minúsculos seres vivos. Por algo los humanos somos animales racionales, a pesar de la evidencia contraria que se pone de manifiesto en algunos congéneres.
Los pepitos grillos son aquellas personas que pretenden actuar como conciencia individual o colectiva. Acordémonos del afable personaje del cuento de Pinocho. Con sus opiniones bienintencionadas pretenden hacernos reflexionar para aconsejarnos lo que, según su criterio, puede ser más apropiado, coherente o correcto. Su constante chirriar puede convertirse en un incordio. En ese caso, basta con atender sus sugerencias o simplemente ignorarlas.
Los moscardones, así se denominan los fieles seguidores del grupo musical Alademoska, no son grupis o empalagosas adolescentes que persiguen a sus ídolos. Se trata de jóvenes que les gusta el ska y el rock reivindicativo, que quieren disfrutar de la vida y asumen una conciencia social basada en los valores de libertad, justicia e igualdad. Al tiempo que proclaman su sincero afecto por los integrantes de la banda que, en muchos casos, conocen personalmente. Siempre están ahí, pero nunca resultan molestos.
Las larvas son unos pequeños gusanos en fase juvenil de formación. Según la especie, reciben el nombre de oruga (mariposas), cresa (mosca) o renacuajo (ranas y sapos). A pesar de su aparente vulnerabilidad, existe el riesgo de que al crecer se transformen en insectos muy peligrosos y traicioneros, con muy mala folla.
Así ocurre, por ejemplo, con las moscas cojoneras o comemierdas, según la jerga técnica. Solo aparecen para fastidiar con su constante acoso y su insolencia. Mediante el insulto y las salidas de tono pretenden alterar el ánimo, provocando el enfado o coaccionando, incluso, la libertad ajena. Cuanto más fétido sea el ambiente, mejor para enmierdarlo todo.
Lamentablemente algunos supuestos moskardones han sufrido esta rara metamorfosis cuando el cantante de Alademoska ha decidido participar en unos comicios locales bajo las siglas de un partido que no era el suyo. En estos casos, el insecticida más recomendado es la defensa de la pluralidad y la democracia.