Cartas al Director

Pequeño homenaje a Don José Francés Hernández, Pepe “el Cabezón”

Con motivo del Día Mundial contra el SIDA, que cada año se conmemora el día 1 de diciembre, me gustaría rendir un modesto, pero sentido, homenaje a una gran persona que luchó y dedicó una etapa muy importante de su corta vida a ayudar a todo aquel que necesitara apoyo, ayuda, asesoramiento y mucho más, a causa de haber contraído esta fatal infección causada por el virus VIH.
Esta persona es José Francés Hernández, más conocido como “Pepe, el Cabezón”. Desgraciadamente, Pepe perdió su lucha personal contra el SIDA un 20 de diciembre del año 2003, pero hasta ese día, y a pesar de su infección, no dejó de pelear ni un instante en lo que fue el sentido de su vida, la lucha contra el VIH y el SIDA.

Nuestro Pepe contrajo el VIH1 (el más mortífero) en los años 80, cuando anduvo coqueteando con las drogas en aquella época en la que desapareció gran parte de una generación a causa de las mismas. Pasó su infierno personal cuando decidió cambiar su vida y desintoxicarse, la lucha fue dura pero lo consiguió; sólo la persona que ha conseguido salir de las drogas comprenderá lo que significa dejarlas y lo que cuesta. Se fue fuera para desintoxicarse y allí volvió a coger las riendas de su vida. Entonces volvió renovado, con ilusión y un nuevo proyecto en su mente, y esto fue intentar con todas sus fuerzas contribuir a disminuir la diseminación y expansión del VIH y otras ETTs (Enfermedades de Transmisión Sexual).

Con esta idea fundó junto a otros amigos enfermos de SIDA una asociación, a la cual denominó ACOSPA (Asociación Ciudadana Contra el Sida de la Provincia de Alicante). En esta Asociación intentó inicialmente subsanar la falta de información de la gente, tanto de enfermos como de sus familiares y personas cercanas, en una sociedad muy desconocedora de esta infección y, lo que es más importante, que se comprometieran en este proyecto las administraciones públicas. Gracias a su tenacidad y persistencia consiguió fundar más delegaciones en distintas ciudades de nuestra provincia, como Alicante, Elche, Orihuela, Alcoi-Comtat y Valle (Elda-Petrer).

Más adelante, después de largas reuniones y mucho empeño y trabajo, consiguió que diputaciones, ayuntamientos y la Generalitat se involucraran y ayudaran a dar lo que sería un paso más en la lucha contra la propagación de VIH, naciendo de ahí el “Programa de intercambio de jeringuillas en drogodependientes”. Con esto consiguió que los drogodependientes de nuestra provincia no contagiaran a otros ni se contagiaran ellos mismos de este virus ni de otras enfermedades como la hepatitis.

Después de unos años de trabajo y mejoras, ACOSPA se convirtió en la Fundación ACOSPA. En esta época Pepe se hallaba en su lucha personal contra el SIDA provocado por el VIH, pero a pesar de ello, toda la energía que le quedaba la invertía en mejorar y ayudar en todo lo posible y con sus escasos medios a que este virus no se propagara más, o al menos con tanta virulencia. Todo este empeño le llevó a dar un nuevo paso y ofreció a la fundación nuevos retos, como una casa de acogida para portadores de VIH y enfermos de SIDA en situación de urgencia social; casas tuteladas para reinsertados de drogodependencia y portadores de VIH; programa de intercambio de jeringuillas en la cárcel de Alicante (Foncalent); y el programa de prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades de transmisión sexual y VIH entre el colectivo de prostitución, clubs y calle.

Para esto último consiguió movilizar incluso al Ministerio de Sanidad, ONUSIDA, la Consejeria de Sanidad de Castilla La mancha, la Consejeria de Sanidad de la ciudad autónoma de Melilla, el Instituto Pasteur de Francia, diversos colectivos nacionales e internacionales de la lucha contra el SIDA, diputaciones provinciales, centros de salud, voluntariados, Cruz Roja, Médicos Mundi y una larguísima lista de organismos más, difícil de enumerar aquí dada la cantidad.

Además de todo ello, nuestro Pepe aún tenía tiempo para ayudar a desintoxicar a jóvenes (y no tan jóvenes) del uso y abuso de las drogas, entre ellos yo mismo. Y es por todo esto que hizo, por todo su esfuerzo desinteresado, su altruismo, su fuerza de voluntad y su energía, por alzar la voz en unos años en los que el VIH era un estigma social, por salvar la vida a tantísimas personas, incluido yo mismo, por lo que le rindo este sentido homenaje sabiendo que nadie es profeta en su tierra, pero que él debería haberlo sido.

Pepe, siempre te echaremos de menos y siempre serás recordado, y, cómo no… ¡Viva la madre que te parió!

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