Pero lo más conmovedor es ver cómo rodean al cliente y lo abuchean y lo hacen feliz
Efectivamente: nos dedicamos a organizar, hasta el más mínimo detalle y para que nuestros clientes no tengan que preocuparse de nada, lo que nosotros denominamos Fiestas de la Lástima.
[Está sentada en un amplio sillón individual de la informal sala de visitas de la empresa, con su pelo perfectamente cortado y peinado en una media melena con algo de volumen, vestida con falda gris estrecha y vaporosa blusa blanca que deja entrever un generoso pecho, con las piernas cruzadas y sus manos de largas y rojas uñas descansando entrelazadas sobre su rodilla izquierda que describe una línea descendente sobre una media de color gris humo hasta un zapato negro de tacón de aguja, provocando toda la pose un inequívoco aroma a otra época ya idealizada.] Nuestros clientes son de una gran relevancia social: políticos a los que se les han descubierto oscuros chanchullos y capitales en paraísos fiscales; casas reales a las que se les ha desmoronado el encantamiento público; empresarios que dejan en ruinas imperios comerciales mientras la justicia les investiga opacas transacciones financieras; cantantes populares que se han beneficiado de coquetear con alcaldes corruptos; deportistas que individualmente o en grupo han fracasado en campeonatos internacionales; celebridades a las que el fisco ha descubierto descuidados olvidos en sus obligaciones impositivas; escritores y artistas y actores y cineastas y músicos y todo tipo de integrantes de esa heterogénea clase social denominada creadores a los que la gente lee o contempla sus obras o ve sus películas o escucha su música mucho menos de lo que ellos desearían; etcétera, etcétera. [Quita las manos de su rodilla y coloca su brazo izquierdo sobre su vientre, apoyando sobre el reverso de su mano izquierda el codo derecho y dejando el brazo plantado sobre él con su mano derecha en el aire forzadamente inclinada, como queriendo afianzar la imagen que proyecta desde el inicio de la entrevista.] Eso sí, a la hora de escoger a nuestros clientes nos cuidamos mucho de que no se trate de gente cuya situación pueda provocarnos problemas legales; es decir, no queremos gente a la que los bancos hayan quitado su casa y tenga que vivir en coches abandonados o gente que haya agotado sus prestaciones sociales y tenga que obligar a sus hijos a prostituirse o gente anciana muy enferma que esté menudeando con estupefacientes para poder costearse el tratamiento médico y cosas así. Tenemos que diferenciar muy bien entre los clientes con verdaderos motivos y esa enorme masa de advenedizos plebeyos que, por cuestiones puramente circunstanciales y nada interesantes, trata de robar protagonismo a los verdaderos profesionales de la lástima. Porque tiene usted que saber que, en un momento como este de zozobra económica y moral, la lástima es un verdadero motor para la sociedad, y tenemos que vigilar que nadie con intereses oportunistas suplante a aquellos que tienen que dar categórico ejemplo y ser el faro que guíe al resto de la comunidad. Nosotros, simplemente, ayudamos a que no se desvíe la atención del objetivo fundamental dando una nueva dimensión al concepto dar lástima y elevándolo a un nuevo significado social. [Compone una media sonrisa inclinando levemente la cabeza hacia abajo.] Y no es por presumir, pero damos unas Fiestas de la Lástima preciosas, con montones de invitados vip, photocall para que el cliente pueda fotografiarse con lágrimas en los ojos junto a los asistentes y pueda dar sus discurso de lástima frente a los medios, y por supuesto con mucho champán y caviar y glamour... Pero para mí, que soy una sentimental, lo más emocionante es ver cómo todos rodean al cliente y lo abuchean y lo hacen feliz. Qué le voy a hacer, el sincero contacto humano me desarma y me echa a perder la máscara de pestañas, lo que es un crimen tratándose de la Diorshow 360 (Limited Edition) de Christian Dior.