Pinochadas
Abandonad toda esperanza, salmo 221º
Uno de mis sueños de bibliófilo es que llegue el día en que mi biblioteca particular albergue todos los volúmenes de la colección Letras Universales de Cátedra... y ya van más de cuatrocientos. Es una summa de piezas maestras incontestables unas, obras de culto creciente otras, a la que se van añadiendo sin pausa nuevos títulos que una vez se ven editados con el aparato crítico que merecen -introducción, bibliografía(s) y notas a pie de página-, siempre a cargo de especialistas probados, y parapetados tras la cubierta de marco blanco y tipografía reconocible, adquieren el marchamo de clásico que hay que leer.
Todavía recuerdo la algarabía con la que críticos y lectores, entre ellos un servidor, recibimos la inclusión en la serie de Drácula, en edición de Juan Antonio Molina Foix (hermano de nuestro querido amigo de la historieta Vicente). Era como si con la novela de Stoker a toda la literatura del horror, que diría Lovecraft, se le abrieran de par en par las puertas del paraíso donde habitan las obras maestras. Lo mismo puede sucederle ahora a la no siempre bien llamada literatura infantil de la mano de Carlo Collodi: el número 419 de la colección se le ha otorgado a su Pinocho, que en compañía de siete relatos hasta ahora inéditos en castellano nos llega en edición de Fernando Molina Castillo, cuyo estudio aporta claves de lectura muy estimulantes que pasan por lugares comunes (el valor pedagógico de la obra) y otros que no lo son tanto (su contenido paródico y metaliterario).
En su afán totalizador, Molina pasa revista a varias de las encarnaciones visuales del muñeco de madera con alma de niño que en el mundo han sido: todos recordarán la versión animada de la factoría Disney, pero no muchos saben de las ilustraciones del genial Lorenzo Mattotti, compatriota de Collodi y uno de los grandes nombres del tebeo contemporáneo. A esta ristra de adaptaciones, las llamadas por algunos con cierta guasa "pinochadas", se suman ahora dos nuevas revisiones desde el ámbito del cómic, una de ellas española: el soriano Carlos Bribián debuta en las largas distancias con Pinocho Blues, una tan ambiciosa como resultona novela gráfica repleta de sentido de lo fantástico, que funciona más como relato autónomo que como adaptación libérrima de la novela de su tocayo. Vale la pena echarle un vistazo.
En cuanto al Pinocchio de Vincent Paronnaud, más conocido como Winshluss, vaya por delante que se trata, sencillamente, de uno de los mejores cómics editados el año pasado, y que imperdonablemente se había mantenido escondido hasta ahora en la pila de lecturas pendientes como Pinocho en el vientre del tiburón. Resulta complicado expresar con palabras la belleza pictórica de una obra como la de Winshluss, pero pueden hacerse una idea si piensan en la mirada (conceptual, que no de estilo gráfico, pues estamos ante dibujantes muy distintos) de Chris Ware y Seth y sus personajes Jimmy Corrigan y George Sprott, y ni aun así: el autor de Pinocchio desmenuza el relato de Collodi, adaptándolo a diversos géneros (narrativos) y registros (formales), de los cuentos infantiles ilustrados al underground a lo Robert Crumb, para terminar dinamitándolo y haciéndolo volar en pedazos. El resultado es una obra maestra de talento desbordado que algún día engrosará las filas de la colección Clásicos Universales de la Historieta... cuando algo así exista, claro está.
Las aventuras de Pinocho, Pinocho Blues y Pinocchio están editados por Cátedra, Glénat y La Cúpula respectivamente.