Cultura

Planes de Ocio

He estado escuchando a través de alguna emisora de radio que nuestra vecina localidad manchega va a celebrar sus Jornadas Gastronómicas (lo que aquí entenderíamos como Feria Gastronómica). Será durante este fin de semana y allí podremos encontrar y degustar los vinos, embutidos y demás manjares de nuestros amigos y amigas de Caudete.
Me resultó curioso el hecho de que además de la exposición de sus mercancías autóctonas anunciaran distintas actuaciones realizadas por grupos locales. ¡Vaya! –me dije–. Debe ser que las jornadas todavía no son muy conocidas y necesitan reclamos de otra índole para hacerlas más atractivas. O puede –pensé más tarde– que prefieran integrar junto a los productos materiales de sus tierras otros de carácter cultural pero de igual procedencia. Sea como sea, cada cual lo tome como quiera pero a mí me parece un maridaje perfecto.

En lo que nos toca a este lado de la frontera autonómica me quedo con todo el asunto de la valla de la Federación de Vecinos. Más concretamente con algunas palabras de Cate Hernández. Las referidas a las intervenciones destinadas al Ocio y a la Juventud. Cate hablaba sobre los proyectos que se han abandonado durante esta legislatura y sobre esos otros que anunció el Partido Popular con grandes cifras y palabras. Sumado a esto nos hemos encontrado esta semana con un comunicado de la Asociación de Familiares Afectados por la Droga. Un comunicado coherente y aclaratorio sobre el asunto de la droga. Un comunicado que se aleja de la voz de pronto, esa que acude a lo rápido y tajante: ¡unámonos para que traigan de una maldita vez a la Policía Nacional para que acaben con la delincuencia! (ya puestos yo añadiría una vez reunidos y enérgicos que gritáramos también para que nos quitaran de en medio la maldita vía).

Como digo, las palabras de AFAD son propias de este siglo y dignas de mentes bien amuebladas. Es cierto que hay que luchar contra los puntos de venta de droga, por supuesto, pero no es menos cierto que debemos educar –en casa, en el colegio y a ser posible en los ambientes donde se muevan niños y niñas, jóvenes y adolescentes– para que nuestros menores tengan un criterio respecto a su salud y una conciencia de los peligros que les rodean en esta sociedad. Pero sumada a esta educación no es menos importante nuestra responsabilidad por proporcionar espacios donde puedan reunirse y desarrollarse; no menos importante sería promocionar actividades de ocio que les ofrezcan nuevas vivencias, que les descubran sus habilidades, que les creen intereses que podrán convertirse en verdaderas aficiones en el futuro. Algo de esto contenía aquella Casa Joven que ya no tendremos, quizás tendremos otra, y algo de eso contenían aquellos programas de Juventud que ya no se realizan.

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