Estación de Cercanías

¿Podemos felicitarnos?

Sin duda los nuevos tiempos en nuestro ayuntamiento se hacen presentes cada día. Y a pesar de no compartir muchas de las decisiones que se han tomado, ni aplaudir algunas actuaciones que se están llevando a cabo desde él, no me van a doler prendas a la hora de felicitar a Virtudes Amorós y al Partido Popular por haber iniciado la necesaria adecuación que teníamos pendiente la mujeres de Villena entre los tiempos que corren y el organismo municipal que decía representarnos.
Decisión ésta que debería haber sido acometida desde hace mucho tiempo y desde otros colores que lamentablemente no quisieron aceptar que la llamada libertad femenina recorre otros caminos y gira en otras atmósferas, y que dejaron, con su tozudez, que se haya perdido un tiempo precioso que llevaríamos ganado a la lucha. Pero dicen que nunca es tarde si la dicha es buena y el pasado día 13, martes, fueron anunciadas por la concejala del área de Igualdad importantes modificaciones en cuanto a la denominación y contenido de los estatutos que han regido el Consejo Municipal de la Mujer desde sus inicios. Retoques que van desde el cambio de denominación de dicho organismo, que pasará a ser de Igualdad, hasta la eliminación de la palabra mujer en algunos de sus artículos, para poder con ello dar merecido acceso a los hombres. Retoques que percibo como ese soplo de aire fresco largamente esperado que venga a renovar el rancio ambiente que le ha envuelto los últimos tiempos y a los que doy la bienvenida si traen consigo el convencimiento sincero y profundo de la mayoría de sus integrantes, que han mostrado pública y continuamente sus reticencias a estos cambios, que son de igual modo bienvenidos si con ellos evaporan la desconfianza que muchas y muchos villeneros hemos tenido sobre la validez de este enfoque y lo provechoso del mismo si con ello estimula las ganas de arrimar el hombro.

Pero, de momento, la cautela va a ser la que controle mi euforia ante tan peleada decisión. Y lo va a ser porque cabe la posibilidad de que se trate tan solo de una lavada de cara, de un cambio semántico que, sin la suficiente consistencia, quede tan solo en eso, porque los nombres de sus integrantes son los mismos, y porque, si bien es cierto que se ha abierto la puerta al sexo masculino, también lo es que escondida detrás de ella se ha quedado la extravagante condición que deben cumplir las asociaciones, y por consiguiente las personas, que quieran formar parte de este Consejo de Igualdad, condición que no ha sido modificada sorprendentemente y que impide el acceso a quienes no luchen por la liberación de la mujer en Villena, y eso me parece una total incongruencia que me ha hecho recelar una vez enfriada la alegría por la buena nueva, pues entiendo que esta condición, ahora más que antes, ha entrado en total desencuentro con las pretensiones que nos han dicho van a regir su nuevo caminar, ya que vuelve a discriminar, y porque si realmente las verdaderas pretensiones de estos cambios se han forjado con el ánimo de que ellos puedan sentarse en una mesa de igualdad que nos permita a ambos sexos encauzar esfuerzos, aupar intenciones y proceder a luchar contra los nuevo retos que a ambos se nos plantean en la actualidad –a saber: la violencia contra la mujer o la custodia compartida preferente en casos de divorcio–, ¿cómo se entiende, cuando de equidad se trata, que siga existiendo una condición de acceso que coarta el fin de la lucha y lo impone, en origen, a la ayuda de sólo uno de los implicados?

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