Poderoso caballero
Abandonad toda esperanza, salmo 83º
Ese es don Dinero, en acertada definición de Francisco de Quevedo. Y es que como dijo una vez un crítico a propósito del botín de una película de género negro, el vil metal consigue que cualquier persona normal y corriente se comporte como un personaje surgido de las páginas de El Halcón Maltés.
Así ocurre en No es país para viejos, la última novela de Cormac McCarthy publicada en España. El escritor, que ha ganado todos los premios habidos y por haber (y denle tiempo, el Nobel también caerá) gracias a sus libros ambientados en los territorios del western, opta aquí por una narración que entronca con el género negro y el thriller, y donde el hallazgo de dos millones de dólares por parte de un cazador veterano del Vietnam, en el escenario de un tiroteo entre narcos en territorio fronterizo, desencadena una retahíla de muertes sin fin.
La novela hace gala del reconocible estilo de McCarthy, áspero y sin concesiones, de frases cortas que se agolpan como ráfagas de un arma automática, y que le confieren un marcado ritmo cinematográfico. No es de extrañar por tanto que en Hollywood se hayan fijado en la novela: los hermanos Coen, que han demostrado su interés por la América profunda en cintas como Sangre fácil o Fargo, llevarán las desventuras del cazador Moss, el sheriff Bell y compañía a la gran pantalla, en un reparto donde no faltarán Tommy Lee Jones y nuestro Javier Bardem.
Lo lamentable del asunto es que no hace falta marcharse a latitudes lejanas y a territorios poblados por los individuos más marginales de la sociedad para corroborar el poder que el dinero tiene sobre las personas. En todas partes cuecen habas, y la vecina Francia, como aquí en España, no es una excepción. Así lo demuestra Borrachera de poder, la última película del genial Claude Chabrol, el azote de la clase media burguesa.
En su nuevo film, una jueza de instrucción (a la que encarna la siempre espléndida Isabelle Huppert) se propone llevar a juicio a unos empresarios que hacen uso y abuso privado del capital de sus negocios. Este punto de partida sirve al autor de El carnicero para retratar, mediante un guión de diálogos precisos, un entramado social donde los nuevos mafiosos son magnates en la sombra que ya no necesitan usar una pistola o amenazar a sus víctimas: a veces una llamada telefónica y un ascenso inmerecido sirven mejor a sus propósitos.
Una película esta basada en hechos reales acontecidos en el país vecino. Y un libro, el de McCarthy, que seguro reproduce también hechos reales, aunque de ellos no haya quedado constancia por no quedar supervivientes para contarlo.
No es país para viejos está editado por Mondadori; Borrachera de poder se proyecta en cines de toda España.