Cultura

Política cultural (y dos)

Insisto. Segunda (de tantas que pueden venir). Me da igual hoy que quien quiere ser Califa en lugar del Califa liquidara la Consejería de Cultura, Deporte y Turismo de su Comunidad con la crisis como excusa (Consejería que además desaparece en el mejor momento: con la llegada de los inspectores del COI a la “Capital”, para alegría de Ruiz Gallardón). Me da igual.
Hoy insisto de nuevo en la situación que presenta nuestro organigrama cultural debido al vacío que se ha originado en el despacho de dirección de la Casa de la Cultura. Despacho que hemos ido viendo reestructurarse desde que el señor José Ayelo cesara en sus funciones. Despacho con agenda y obligaciones de las que ahora sólo se ocupa el vacío. Vacío que alarmantemente ha pasado desapercibido.

La dirección de la Casa de la Cultura, como la del Teatro Chapí o la de cualquier otro centro social y/o cultural, es una labor que generalmente se circunscribe a la gestión de las instalaciones y de los recursos técnicos y humanos con los que cuenta el centro con el fin de adecuarlos al desarrollo de una programación de actividades de carácter cultural. La inauguración de la Casa de la Cultura en Villena supuso para la ciudad la oferta de una programación cultural estable: música, pintura, teatro, cine…, y también un espacio donde los grupos con inquietudes culturales pudieran desarrollar o mostrar su trabajo.

Pero la ciudad fue creciendo igual que las inquietudes de la ciudadanía. Pero aunque la demanda sobrepasó la circunscripción de las responsabilidades de la Kakv –incluyendo todo su personal– nuestro Ayuntamiento siguió confiando en su nueva apuesta y destinando a la Kakv toda la actividad cultural. El problema se origina cuando este centro debe, además de gobernarse a sí mismo, desarrollar una labor de agente cultural –empeño que casi irónicamente se continúa adjudicando a la Concejalía de Cultura–. Y así desde la Kakv deben organizarse y apoyarse técnicamente las fiestas de cada uno de nuestros barrios igual que supuestamente se debe dar atención y cobertura a las nuevas iniciativas culturales como a las vigentes (Club de Jazz, Festival de Folklore…).

Labores que corresponden a una oficina técnica de cultura con personal liberado para asistir a las reuniones con los diferentes colectivos, para conocer los trabajos artísticos que se presentan en espacios no públicos, para descubrir necesidades que influirán en el rumbo futuro de sus propuestas, para coordinar el área de cultura con el resto de áreas con las que hoy se solapa casi de forma administrativa… Labores que exceden el sentido de nuestra Casa de Cultura llevándola en ocasiones casi al paroxismo. Labores que ahora golpean la puerta de un despacho vacío y que no sabemos si encontrarán una puerta cerrada o si concejal y asesor cultural cogerán por los cuernos.

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