Política verde o política para adultos
El color verde, no sé por qué, se identifica con el sexo y con las prácticas que los adultos disfrutan en la intimidad según los gustos. Viejo verde o chistes verdes son algunas expresiones que dan cuenta de lo que afirmo. Sin embargo, ahora he descubierto que las políticas verdes no son precisamente para adultos, sino todo lo contrario. Están destinadas a un público infantil o, en el peor de los casos, a personas mayores que los políticos pretenden tomar por tontos.
Una cosa es ser niño y otra muy distinta ser imbécil. De hecho suelen ser más los adultos y menos los púberes que comparten la condición de mastuerzos. Quizá la confusión pueda provenir del dicho chuparse el dedo, que se usa como sinónimo de inocencia, aludiendo a los bebés. Pero por extensión malentendida, también se aplica para referirse a la ignorancia de otros mamones de cualquier edad.
Reconozco que una de las cosas que peor me sienta es que quieran tomarme por estúpido cuando creo que no lo soy. Sobre todo si lo hacen aquellos que asumen la responsabilidad de gobierno y recurren a argumentaciones simples y torticeras con un marcado tono paternalista. Que la ciudadanía les haya refrendado con una mayoría absoluta en las elecciones municipales, no significa que carezca de madurez democrática, sentido crítico y capacidad para discernir. Así pues, ser villenero no implica, necesariamente, ser gilipollas.
Que el color del vallado para los desfiles de moros y cristianos sea verde es lo de menos. Lo de más es la improcedencia caprichosa del presunto motivo. Y lo gracioso, la justificación de que se trata de una propuesta o sugerencia realizada por la empresa encargada de la decoración urbana.
Que se caiga un árbol en la Ronda de la estación es lo de menos, pues no se han ocasionado daños de importancia. Lo de más es eludir cualquier responsabilidad intentando echar la culpa a otros. Y lo más lamentable, descalificar la postura contraria que le toca desempeñar a la oposición, traicionando de paso las señas de identidad de un partido ecologista.
Que se coloque un retablo iluminado de la Virgen de las Virtudes en la plaza de Santiago es lo de menos. Lo de más es querer complacer y contentar a los sectores católicos más conservadores de la fiesta y de la ciudad. Y lo más reaccionario, que no se respete la aconfesionalidad reconocida en la Constitución, haciendo apología de símbolos religiosos aunque, como en este caso, sean de titularidad municipal.
Que se proponga al Increíble Hulk como pregonero de las fiestas de moros y cristianos del próximo año es lo de menos. Lo de más es que no es villenero, ni siquiera de adopción. Y lo más sorprendente, que sus méritos, más allá de ser considerado o no un superhéroe, radiquen en que es verde y puede facilitar la promoción internacional de las celebraciones.