Por experiencia
Gobernar unos contra otros –y gobernar es legislar– no tenía futuro salvo el del enfrentamiento
En el siglo XIX, durante la construcción del Estado liberal en España, pronto aprendieron algunos que para la consolidación de la convivencia y de las libertades era importante el consenso, que gobernar unos contra otros –y gobernar es legislar– no tenía futuro salvo el del enfrentamiento.
Así el diputado José Romero Giner, refiriéndose al Partido Progresista, dijo que dicho partido sabía por experiencia, que ninguna Constitución se sostiene ni puede sostenerse si no tiene más que principios u opiniones de un solo partido. Lo dijo en las Cortes el once de noviembre de 1844 cuando precisamente se estaba gestando una Constitución, la de 1845, que no nacía de la concordia; lo dijo teniendo en mente el carácter transaccional que tuvo la de 1837, lo dijo en definitiva desde la transigencia frente a la intransigencia.
La reflexión del diputado Romero Giner nacía a raíz de las primeras experiencias constitucionales liberales o seudoliberales vividas en España: 1808, 1812, 1834 y 1837, valorando la última por plasmar en ella los diferentes espíritus liberales frente al absolutismo y extremos revolucionarios, viendo en el trato entre liberales moderados y progresistas la confluencia necesaria para la modernización del Estado.
A lo largo de la Historia de España, cuando la imposición de una única voluntad, aun victoriosa en las urnas, o peor en las armas, el resultado no ha sido bueno. Así que mejor siempre el consenso. Por experiencia.