Testimonios dados en situaciones inestables

Porque yo solo necesito a un hombre enjuto, limpio y agradable

El asunto es delicado, lo sé, porque todo el mundo tiene sus propias, secretas y verdaderas razones para hacer lo que hace, aunque luego vaya por ahí hablando de amor y romanticismo y buenas intenciones. Y claro, en el asunto de las relaciones de pareja, como te digo, entramos en tierras pantanosas.
Veo que te sonríes. No estoy tocando un tema menor, lo sé. Las relaciones de pareja ocupan, calculando de forma indulgente, el cincuenta por ciento de los quebraderos de cabeza de una persona cualquiera. Además, hay que tener en cuenta la omnipresente hipocresía que arrastramos en todas las facetas de nuestra vida: sentimos una cosa, decimos otra, y finalmente hacemos otra diferente. Y yo, la verdad, también cometo a veces las mismas contradicciones que comento. Pero ya que creo estar segura de haber elegido al hombre adecuado, me gustaría ser completamente sincera con él, te lo juro, me gustaría desterrar la posibilidad de futuros malentendidos. Ya he tenido que pasar por el trago de arrastrar mentiras incrustadas en la periferia del corazón, y siempre he pagado al final de alguna manera.
P.
Tienes razón, lo importante es saber bien qué es lo que una quiere. Hay mujeres que toman la decisión sopesando cuestiones puramente económicas, todas lo sabemos, ya que les excita la posesión de la abundancia, lucir lujo y exclusividad financiera, sentir que pueden comprarlo todo. Veo que asientes con la cabeza, porque sabes que es una razón de peso muy habitual. Puedo asegurarte que ese no es mi caso. No quiero que mi elegido sea un muerto de hambre, pero con tener lo suficiente para vivir con normalidad me doy por satisfecha. Hay otras que valoran la posición social de sus posibles elecciones. Les gustan hombres que estén rodeados de poder, de altas decisiones, del embriagador aroma de la Historia. Tampoco eso me importa, ya que no me gusta llamar la atención. Otras buscan hombres muy inteligentes que las revaloricen frente a su círculo, que las pongan en contacto con las más altas esferas de la intelectualidad. Tampoco quiero eso, pues me intimidan las personas muy instruidas. Nada de esto es determinante para mí. Pero sí hay una cosa en la que soy completamente intransigente.
P.
Yo, antes de tomar una decisión, necesito conocer a su padre y a su abuelo. Esto es innegociable.
P.
Porque yo solo necesito a un hombre enjuto, limpio y agradable, pero que siga siéndolo hasta el final. Y para eso necesito compararlo con sus predecesores, necesito certificar el trabajo genético, ver los ejemplos más cercanos para decidirme. No quiero casarme y dentro de un tiempo encontrarme que tengo que ponerme debajo de una bolsa de carne intolerablemente desagradable solo porque he firmado un papel, ¿me entiendes? Ya sabes que soy muy escrupulosa. ¿Te parece superficial? ¿Te parece poco romántica la verdad? ¿Crees que debo decírselo? ¿Crees que debo confesarle mi auténtica razón, aunque sea tan prosaica, para casarme con él?

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