Sociedad

Pregón del Mercado Medieval 2008, por Mari Cruz y Alfredo Rojas

Por su interés, reproducimos a continuación de manera íntegra el Pregón del Mercado Medieval 2008, pronunciado durante el acto inaugural, el pasado sábado, por los hermanos Mari Cruz y Alfredo Rojas, hijos del añorado Alfredo Rojas.
Señoras y señores:

Casi con toda seguridad, la mayoría de los que os disponéis a escuchar este pregón, os preguntáis qué hago yo dirigiéndome a vosotros cuando ni soy una oradora de reconocida valía, ni tampoco una de esas vecinas que habita en el Rabal desde hace muchos años, lo que me daría unos amplios conocimientos del barrio.

Vengo hoy aquí aceptando la invitación que la Asociación de Vecinos nos hace a mi hermano y a mí, para dar este pregón en representación de Alfredo Rojas, ya que cuando la asociación tuvo la intención de pedir a nuestro padre que lo realizara, él se encontraba enfermo y se decidió posponer la petición para el año siguiente, no siendo posible, pues Alfredo falleció unos meses después. No esperéis de mí un pregón como él hubiera podido hacer, pero sirva éste, como homenaje a nuestro padre.

Autoridades, vecinas y vecinos del Rabal, villeneras y villeneros y a todos aquellos que nos honráis hoy con vuestra presencia, muy buenos días.

Se me ha pedido que anuncie, pues pregonar es anunciar, unas fiestas y un mercado que creo que casi no es necesario hacerlo, porque aunque a algunos pueda parecer que son pocos años los que se viene realizando, ya forma parte de esas celebraciones que son esperadas año tras año en nuestra población.

Algunos se preguntan ¿Cómo puede ser que una celebración que solamente se circunscribe a un barrio atraiga no sólo a gran parte de nuestra población, sino también a muchos vecinos de los pueblos cercanos? No dudamos de la buena actuación de la asociación y de todos y cada uno de los vecinos para publicitar este evento, al igual que sucede en las celebraciones de otros barrios de nuestra ciudad. Pero… ¿qué tiene el Rabal que atrae a tanta gente? Démonos cuenta de que este barrio no es sólo uno más de los que conforman actualmente Villena, sino que ésta es una de las zonas mas antiguas de nuestra ciudad. Muchos de los que hoy vivimos en Villena descendemos de gentes que han habitado en este barrio, muchos de nuestros antepasados han nacido o vivido por esta zona, por ello muchos nos sentimos unidos casi sin darnos cuenta a estas calles y plazas.

Para algunos de los que viven o han vivido en esta zona, el Rabal trae recuerdos personales, pequeños recuerdos que acuden a su memoria, y que en algún momento formaron parte de sus vidas, como el olor a pan y también a toñas cuando se acercaban algunas festividades, que llegaba de los hornos que había en el barrio, el antiguo horno de Seguí, el horno de Ravera, ya desaparecido, el de la Caruja, el horno del Quebra, situado en la parte mas alta del Rabal, en contraste con el característico aroma de la antigua bodega de El Lancero, en la calle Baja.

Muchos tienen también en su memoria las típicas tiendas llamadas de ultramarinos: la de la Caruja, en la calle la Rambla, o la de La Morica, en la placeta de Biar, la del Sortijillas y Casa Bernardino, ya desaparecidas. También acuden a la memoria de algunos los talleres de los artesanos que se encontraban situados en las “escalericas” de Santa Bárbara, de los cuales hoy todavía existe uno.

Para otros esos recuerdos se traducen en esas casas tan llamativas, sobre todo para la chiquillería, como la casa de la Juanela, la cual era un colegio antes de ser propiedad de la familia que la habita en la actualidad, la casa del Cura , la de los García, y también la ermita de San José, que esperamos ver pronto totalmente rehabilitada, en cuyas escaleras se sentaban los chiquillos al oscurecer, y allí jugaban mientras que sus padres cenaban o simplemente “charraban” al fresco, hasta que “amablemente” eran invitados por alguna vecina a abandonarlas para poder descansar. O sus recuerdos en la escuela donde aprendieron sus primeras letras, la de la Tercia, edificio felizmente rehabilitado hace muy poco y la escuela de los Hermanos Sánchez Griñán, situada en la plaza que tenemos aquí al lado y que lleva su nombre. También es común en muchos el recuerdo no tan lejano de los Cabezudos que transitaban por las calles del barrio cuando se celebraban las fiestas de San José, tradición que creo no sería muy costosa el poder recuperarla.

Algunos, aún no habiendo vivido en este barrio, tienen en su memoria recuerdos de distintas experiencias en la zona. Si me permitís os contaré una personal: recuerdo que siendo pequeña mi padre nos traía a mi hermano y a mí, las noches de jueves santo, y subíamos la empinadas escaleras de Santa Bárbara hasta llegar arriba, y allí, junto la fuente y al enorme pino, contemplábamos la luna llena, que no sé si por estar a tanta altura, o por ser yo tan pequeña, me parecía enorme.

A otros sus padres o abuelos les han trasmitido sus vivencias en este barrio, vivencias ya más lejanas en el tiempo e incluso hay cosas que ninguno de nosotros hemos visto pero si sabemos de su presencia en el Rabal y nos gustaría poder recuperar, como está sucediendo actualmente con la fuente del Bordoño, allí en La Losilla. Me refiero a esa torre que estaba situada muy cerca de aquí, concretamente en la calle Mayor, y de la que al dar las horas aparecía ese grotesco y simpático muñeco, conocido como El Orejón, que tan popular llegó a ser ya no solo en nuestro pueblo, sino también fuera de nuestra localidad, siendo además esta torre el lugar donde se reunía el Cabildo Municipal en la Edad Media.

Y sin tener que recurrir a nuestros recuerdos, hay otros monumentos, situados en esta zona, de los que podemos disfrutar hoy en día, como esta Iglesia de Santa María, edificada sobre una mezquita musulmana, llamada en documentos antiguos Santa María del Arrabal, destacando en ella la imagen situada en la portada, que se salvó de la destrucción de la guerra civil en 1936, imagen de Santa María de la Asunción, obra de Antonio Salvador, y que fue colocada donde hoy la vemos en el año 1717.

También ese magnifico castillo que además de estar situado en el Rabal, preside nuestra ciudad, esa espléndida y singular fortaleza, edificada por los árabes hacia el siglo XI. El Castillo de la Atalaya, en donde residió temporalmente el príncipe D. Juan Manuel, quien nos une a las poblaciones de Escalona en Toledo donde nació y a Peñafiel en Valladolid donde pasó largas temporadas en su castillo. Hoy tenemos aquí a los alcaldes de estas dos poblaciones hermanas, que junto con el alcalde de Buitrago de Lozoya nos acompañan en este acto.

Muy cerca de aquí se encuentra la Plaza Mayor, que durante otro tiempo fue el centro neurálgico de la población y en la que se situaron en el pasado siglo las carnicerías y pescaderías y mas tarde pasó a situarse allí, y en sus alrededores, el mercadillo ambulante que se celebra desde hace varios siglos en nuestra ciudad. Mercado que bien pudo provenir de uno como el que durante estos días se celebra aquí, en El Rabal, en una de las zonas más antiguas de nuestra ciudad.

Ahora, dejemos volar nuestra imaginación y trasladémonos a una época pasada. Durante dos días nos visitan mercaderes, unos venidos de otros lugares de nuestra geografía y otros de nuestra ciudad, para ofrecernos sus artículos de artesanía, sus alimentos y bebidas. Podremos presenciar historias como las que nos va a presentar la Compañía Nacional de Teatro Clásico de Almagro en este mismo escenario, así como también las actividades que se van a llevar a cabo en el Castillo de la Atalaya por diversos grupos locales.

Dejemos nuestros quehaceres diarios, y todos, vecinas y vecinos del Rabal, villeneras y villeneros, y aquellos que tengan a bien visitarnos en estos días, dispongámonos a disfrutar de todo cuanto se nos va a ofrecer en esta séptima edición del Mercado Medieval. Muchas gracias.

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