Capitalinos
Villena debería estar en el palmarés de esos Premios de la Cultura que impulsa la Diputación de Alicante por muchos motivos…
Pero qué capitalina es Alicante y todo lo que la rodea. Convocaron la segunda edición de los Premios de la Cultura Alicantina de la Diputación. (¿Por qué ahora, a pocos meses de concluir la legislatura?). De los 21 premios fallados la mitad han ido destinados a alicantinos y entidades de la capital.
En una provincia de 1.923.000 de habitantes (según datos del primer semestre de 2022), de los que la ciudad de Alicante sólo cuenta con 340.000, ¡que no llega a la quinta parte!, la distribución no puede ser más significativa. En un organismo provincial, que debería velar por todos sus rincones. No sólo hay que ser honrado. Hay que aparentarlo. Lo peor es que deben haber hecho sin darse cuenta. Por inercia. Esa misma inercia con la que han formado un jurado esencialmente capitalino.
Ni que decir tiene que soy un tontorrón. Me llevo más que bien con los premiados. Con las personas y las instituciones agraciadas. Y por decir esto se me pueden cerrar puertas o comprobar cómo según quién me mira frunciendo el ceño. Pero es que sobre cuestiones tan evidentes alguien debería alzar la voz. Y como no hay nadie que lo haga, aquí está el ingenuo del lugar, llevándose todos los palos: los de la gente de aquí y los de la gente de allá.
Villena debería estar en el palmarés de esos Premios de la Cultura que impulsa la Diputación Provincial. Por muchos motivos. Es capital cultural de interior de sobrada solvencia. El Teatro Chapí (20 años de nueva vida modélica) y la Casa de Cultura (casi 40 años de transgresión continua) piden a gritos ese premio.
Pero también, por su gran calado cultural, El Club de Jazz de las Mil Pesetas (el más veterano de su rango en nuestra geografía), la Semana de Cine de Villena (la más longeva de la Comunidad, si exceptuamos el Festival ilicitano competitivo que auspició la extinta CAM), o la Fundación José Mª Soler, por mantener 30 años encendida la llama de la memoria de nuestro entrañable paisano. Ello por no entrar en nombres propios con méritos más que reconocidos. O grupos de teatro, música, artistas de toda índole.
En Zaragoza, por ejemplo, no es que residan la mitad los habitantes de su provincia; es que habita medio Aragón. El caso de la provincia de Alicante es completamente opuesto. Aquí vivimos en un territorio muy repartido, me atrevería a decir que bastante desvertebrado (aunque entrar ahí sería hacerlo en otra historia, apasionante por otra parte).
Nadie sabe dónde estaremos a finales de 2023. Ni quién presidirá la Diputación alicantina, qué persona dirigirá el área de Cultura, ni siquiera si continuarán estos Premios que ahora comentamos. Pero como hay muertes repentinas, de personas, de instituciones b y de galardones de tienen un recorrido cortísimo (de eso Alicante sabe mucho) quede constancia, negro sobre blanco, que la institución convocante ha perdido una ocasión estupenda para quedar bien con todas las comarcas de la provincia. Por ejemplo, estructurando los galardones de manera que ninguna de ellas se quedase sin premio.
De los errores se aprende. Puede que algún día a Alicante se le pase su fiebre capitalina. Ni la Universidad ni el Aeropuerto están en su término municipal. Más le valdría ejercer de capital e interesarse por sus comprovincianos: conociéndolos, porque conocer es amar. Qué se le va a hacer. A lo mejor, si todos nos expresásemos como un servidor les hacíamos entrar en razón. O ni así.
P.D. Un apunte final. El cartel no está a la altura del evento cultural que anuncia. Está claro que no han contado con los excelsos diseñadores de la capital ni de la provincia para llevarlo a cabo.