Primeras vacaciones del año
Como observarán, queridas personas, he recuperado para hoy los Días Felices, una sección casi extinguida tras la rebaja de entregas en papel de este medio en el que escribo. Era necesario tal regreso si de lo que se trata es de hablar de ocio y tiempo libre, necesario para alejarnos de la rutina: despertador, horario de comidas, temáticas de conversación. Y aunque sean solo de momento unas líneas, creo que recuperaremos en Epdv esta sección con más asiduidad: porque Villena merece el reconocimiento de su universo cultural y porque también requerimos ciertos respiros en el debate sobre temas sociales y políticos (máxime si se repiten como el ajo con rijo).
Así que les diré que comencé mis vacaciones asistiendo a la celebración anticipada del Día Mundial del Teatro, en la Casa de Cultura con La Creativa. Y aunque lamento no haberlo hecho a posteriori en el Teatro Chapí, diré que supuso una grata experiencia, porque para quienes amamos el teatro siempre resulta agradable un acto de comunión así y porque fortalece ver el trabajo continuado de un proyecto tan atípico y al mismo tiempo tan constructivo: un espacio no exclusivo para la formación escénica sino para el desarrollo creativo. Podría decir, me gustaría decir igualmente, que finalicé mis vacaciones asistiendo al espectáculo de Las Pencas de la Laguna
, pero no me fue posible por circunstancias, aunque vistas las expectativas generadas no será extraño que podamos volver a tener la oportunidad. En cambio, en lo cultural, terminé las vacaciones también en la Kakv, en el Club de Jazz de las Mil Pesetas, escuchando a Dixie Project, lo que supuso igualmente un verdadero deleite por sus ritmos y su autoridad.
El caso es que entre tanto nos subimos al Fiat y rodamos por amables autovías hasta Navarra, donde nuestro buen y añorado amigo Javi junto a sus hermanos Miguel Ángel y Jesús nos alojaron con esa generosidad que no tiene precio: la del tiempo y el buen ambiente. Durante nuestra breve estancia se ocuparon de descubrirnos algunas de esas maravillas que guardan esas tierras: el castillo de Olite, el centro histórico de Tafalla y Tudela, los bosques y montañas de Roncesvalles, el verde y la nieve, el ambiente de Pamplona, la ribera del Ebro, las gentes y la gastronomía (esos espárragos que todavía guardan el sabor de aquella tierra y que saben a espárrago)
En fin, no les aburriré con detalles que no puedan descubrir ustedes por su cuenta. Creo que basta con dejar la pista a quienes todavía no las hayan pisado y quizás encender la mecha del recuerdo a quienes ya las hayáis disfrutado. Viajar es el más simple y contundente argumento para decidir viajar.