Si ya eran conocidos los riesgos del exceso de peso en gestantes, un nuevo estudio demuestra que este trastorno del metabolismo en la madre condiciona la salud posnatal del feto y aumenta el riesgo de que sufra obesidad, diabetes y cáncer durante su vida. Investigaciones anteriores habían demostrado que el sobrepeso durante el embarazo amenaza la viabilidad del embrión.
El estudio, liderado por la doctora Daniela Galliano, es una revisión de otros artículos publicados en la revista Gynecological Endocrinology. Los resultados afirman que los hijos de madres con sobrepeso tienen un 40 por ciento más de probabilidades de padecer sobrepeso en la edad adulta, y si esta sufre también diabetes gestacional, la probabilidad aumenta un 26 por ciento más.
Los recién nacidos tienen además un mayor riesgo de desarrollar en el futuro diabetes tipo 2, osteoporosis, autismo, esquizofrenia, enfermedades cardiovasculares, envejecimiento prematuro e incluso cáncer. Esto se debe a que las condiciones en el útero materno tienen un efecto sobre la fisiología fetal conocido como programación fetal, es decir, que el ambiente donde se desarrolla el feto condiciona su desarrollo durante su vida postnatal y adulta, explicaba Galliano a la agencia SINC. Estas conclusiones recalcan la importancia de extremar el control del peso durante el embarazo no sólo por el riesgo de complicaciones en el feto, sino por las implicaciones a largo plazo en la salud del niño.
Demostrada la asociación entre sobrepeso y sedentarismo en numerosas investigaciones, a principios de este año se corroboraba en un estudio de la Universidad de Granada que el 68% de las embarazadas no realiza ejercicio físico, siendo que durante el periodo de gestación es recomendable realizar ejercicio físico aeróbico al menos 30 minutos durante 5 días a la semana.
De esta investigación se concluye la necesidad de intervenir y fomentar unos estilos de vida saludables en el embarazo, en beneficio tanto de la mujer como de su futuro hijo. Por tanto a partir de las indicaciones médicas y teniendo en cuenta las características particulares de cada gestante, se establece como norma general ese tiempo con un ritmo que suponga un gasto energético significativo. Ese ejercicio físico ha de ser moderado, pero suficiente. No basta con ir de paseo, sino a buen ritmo, pero no demasiado elevado. Las actividades físicas recomendadas son bicicleta estática, natación o caminar en relación al control de peso, aunque en relación al control de la musculatura respiratoria y del suelo pélvico, se viene recomendando últimamente el Pilates.
Sea como sea, las personas que dirigen la actividad física en poblaciones especiales, como las embarazadas, han de ser orientadas por especialistas que conozcan bien, por ejemplo, las repercusiones del volumen, intensidad o tipo de ejercicio físico en las gestantes, sin obviar factores externos que son controlables por parte de la futura madre, como es la alimentación o el descanso. Por último recordar que en el caso de caminar, la elección de un buen calzado es fundamental para evitar lesiones.
