La Asociación Española de Pediatría equipara el sedentarismo a la hipertensión, la hipercolesterolemia y el tabaquismo como principales factores de riesgo para la salud. Según la OMS, la actividad física mejora las funciones cardiovasculares, la maduración del sistema músculo-esquelético, las habilidades psicomotoras, mantiene el peso corporal saludable y ayuda a aumentar la autoestima. Sin embargo, en la última Encuesta de Salud, entre los 15 y los 24 años, un 45% de los encuestados confiesa no realizar nada de actividad o una actividad muy ligera, siendo esta tendencia al sedentarismo mayor entre las chicas.
¿Cuáles son los motivos por los que un joven deja de practicar actividad física? ¿Qué papel cumplen en todo esto la televisión, el móvil, la videoconsola? Según Carmen Peiró, investigadora del tema y profesora de la Universidad de Valencia, la cuestión es educar a los jóvenes para que sepan de manera equilibrada buscar y gestionar su tiempo libre y puedan tener cabida los medios de pantalla y la actividad física. Esta es una labor de puertas adentro. Somos los padres los que tenemos la responsabilidad de ofrecer a los jóvenes oportunidades y tiempo para que disfruten moviéndose, ya que no es recomendable exceder las dos horas de uso de medios tecnológicos y de pantalla y sí, por el contrario, hacer diariamente una hora de ejercicio.
Así, el estilo de vida de los padres influirá notoriamente. Por ejemplo, si un niño ve que sus progenitores suben a pie unas escaleras, no tomará por costumbre tomar unas mecánicas. Ese tipo de conductas que forman parte de la vida cotidiana son muy importantes. El papel de la familia es fundamental. Los niños deben seguir modelos que favorezcan un estilo de vida activo, según Peiró.
En cuanto a las iniciativas de los otros agentes sociales, afirma Peiró que un trabajo conjunto de las comunidades educativas de los centros docentes bajo el paraguas de proyectos comunes es esencial para calar profundamente en los estilos de vida saludables del alumnado (no sólo el deporte). La involucración de los padres, la transversalidad en las asignaturas, modelos y planteamientos que proponen los docentes (no sólo los de Educación Física) en sus programaciones y, por último, la orientación de los equipos directivos de cara al tema en cuestión, serán fundamentales.
Peiró afirma que hay muchas actividades físicas en los coles; el error es no adaptarlas a los niños, teniendo en cuenta sus posibilidades, intereses y necesidades. A su vez afirma que muy poco pueden hacer los profesores de educación física si no cuentan con un proyecto del centro, en el que todas las asignaturas aporten su grano de arena para favorecer conductas físicamente activas en los escolares.
Por último, y en representación de Profesport, como asociación que busca la difusión de la cultura para la promoción de hábitos de vida saludables, abogamos por defender lo que parece algo más que el capricho de un o una adolescente: brindarle la posibilidad de seguir haciendo ejercicio físico de la misma forma que, como padres, hacemos hincapié en que se laven los dientes todos y cada uno de los días.
