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Profesport: Por qué tu hijo vivirá menos que tú

Comer menos saludable y estar más tiempo inactivo son dos de los hábitos de vida de muchos niños y adolescentes que afectan a la salud a corto, medio y largo plazo. Parques llenos de ancianos pero vacíos de infantes, niños en casa jugando a videojuegos como si no hubiera un mañana, jóvenes usando el Whatsapp como si les fuera la vida en ello, padres llevando a sus hijos en coche al instituto, adultos buscando la forma de perder peso sin encontrarla, mayores viviendo más y buscando el modo de tener una mínima calidad de vida sin dolores.
Cuando Pokemon Go salió a escena fue curiosamente triste pensar que era una de las formas de sacar a jóvenes relativamente adictos y sedentarios de casa para ejercitarse físicamente caminando. En este sentido las posibilidades que ofrece la Wii no son tampoco nada desdeñables. Hacer ejercicio físico en este proceso de gamificación que está sufriendo la sociedad y la educación será fundamental. En aplicaciones como Mammoth Hunters llama la atención cómo la tecnología puede fomentar la práctica deportiva a gran escala. Ni que decir tiene Strava, Runtastic o Endomondo, por ejemplo. Sea como sea, si la tecnología es aliada del deporte o se complementa con el deporte, bienvenida sea.

El tema del sedentarismo es más grave de lo que parece. Imaginemos que desapareciera de la faz de la tierra la pasta de dientes. Seguramente comenzaría a aparecer caries en parte de la población, incrementado por otro factor de riesgo, que es el consumo de alimentos azucarados. Lo mismo ocurre con la inactividad física. Si no lo convertimos en un hábito, como cepillarse los dientes, finalmente pasa factura, incrementado por otro factor de riesgo: la mala alimentación, tanto en cantidad de calorías ingeridas (procedentes sobre todo de azúcares refinados o grasas saturadas), como el aporte nutritivo y calidad de las comidas y bebidas que forman parte de nuestra vida.

¿Pero cuándo empieza la historia? La historia de un adulto inactivo empieza con un lactante y un bebé que hay que estimular, con un infante que antes de cumplir los tres años ha escalado, trepado, gateado, saltado, etc. en la calle; con un niño que después de los tres años y hasta los seis a aprendido a saltar a la comba, a patinar, a nadar, a montar en bici; con un chico o chica que antes de entrar al instituto habrá participado en diferentes juegos y deportes para pasarlo bien; con un adolescente que entre los doce y los dieciocho años entiende que hacer ejercicio físico regularmente es un hábito tan importante como lavarse los dientes, se encuentra a gusto cuando se mueve y busca la forma, el lugar y la compañía que más le gusta para hacerlo.

En toda esta historia de vida, la responsabilidad será de cada padre y madre, que si quiere lo mejor para ese que su hijo o hija goce de salud, autoestima y una correcta imagen corporal, potenciará todo lo comentado anteriormente, aunque no se podrá obviar seguir unas adecuadas pautas alimentarias. Desgraciadamente, los docentes de Educación Física nos encontramos cada vez más niños que en edades tempranas que ya tienen algún problema de salud asociado al sedentarismo.

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