Programación del Teatro Chapí (preámbulo)
Presumo que no soy el único sorprendido al llegar a casa y encontrar un sobre con el membrete del Teatro Chapí en el buzón apenas a dos días del solsticio de verano. Programación septiembre-enero: otoño-invierno 2014/2015 (ahora, tras lo de Lehman Brothers, la cosa se ha quedado en otoño-invierno, invierno-primavera, prácticamente), se puede leer en la cubierta de papel satinado no troquelado. ¡Ni siquiera han encendido las Hogueras de San Juan y ya tengo la programación en casa! Y lejos de cualquier respuesta solo queda esperar, queridas personas, una explicación, que llega pasado el fin de semana a través de los medios locales.
El adelanto del anuncio de la programación de nuestro teatro, que no es un avance sino un adelanto, responde a una estrategia de comunicación: se dispone de más tiempo para estudiar y adquirir localidades en aquellos espectáculos que capten nuestro interés. Quizás a primera vista parezca demasiada previsión: entre tres y siete meses; pero entonces tendríamos que detenernos a entender cómo funciona nuestra ciudad
: vamos, que el período vacacional y las Fiestas Matronales a principios de septiembre rompen cualquier tipo de comunicación efectiva de cara a la promoción del inicio de la temporada escénica. Aún así tendremos que esperar a la respuesta del público antes de aventurarnos a opinar sobre lo acertado del experimento de adelantar el contenido de la programación a junio (porque se adivina la intención de dosificar la promoción). Además, en el peor de los casos lo único que se pierde es la sorpresa de los espectáculos programados, y más que perderse lo que ocurre es que se adelanta tal sorpresa.
Yo, como el equipo del teatro, también me reservaré los comentarios sobre las propuestas presentadas, aunque no puedo evitar recordar las críticas maledicientes que suscitó en el lado más radical y naftalíneo de nuestra ciudad el espectáculo Pésame mucho que la compañía Pez en Raya representó en Villena con funciones extraordinarias para bachiller a finales del año 2004 (entonces no había crisis y el personal tenía tiempo para vivir por encima de sus posibilidades y para indignarse con este tipo de cosas mientras el dinero público volaba a Suiza y las constructoras levantaban edificios inútiles con sobrecostes que no levantaban ni una ceja). También era Cristina Medina la actriz que cargaba con el espectáculo con un gran talento que seguro que no han mermado las series de José Luis Moreno donde colabora y donde se gana honradamente la vida.
Aún así siempre llama la atención que una actriz, o un actor, de cine o de series, continúe trabajando en la escena y que lo haga (haya ido haciéndolo) con la misma compañía donde se la conoció antes de despuntar gracias al amplificador televisivo. En este país consentiremos y practicaremos la picardía (el robo, la estafa), seremos gente despreocupada y cómoda o lo que usted quiera; tópicos sobre los que cabrían horas de discusión. Pero de lo que no hay duda es que en nuestra sangre se valora hasta el ridículo si quieren el honor y la honra, tal y como muestran a lo largo de los siglos nuestras comedias. Y el honor y la honra, la lealtad y la sinceridad, la verdad del trabajo y de las intenciones, los demuestran en el teatro gente como esta actriz que en septiembre vuelve a nuestra tierra.