Puñeteros dieciséis
No soy científico sino humanista, de ahí que no pueda establecer una relación directa entre el sempiterno chándal Nike del estudiante de ESO y el manifiesto "agilipollamiento" con que los tales se comportan por estos mundos de Dios. Pero sin el respaldo empírico de la gaya ciencia me atrevo a adelantar que sí, que el nivel ha bajado bastante, eso sí, el porqué no me aventuro a exponerlo, aunque ruego que se investigue en profundidad eso del chándal. Y es que cuando el único anhelo, el único fin por el que Dios los colocó en este planeta es el de conseguir viajar a lomos de una scooter, ¿qué esperanza nos queda? El divino tesoro se ha ido a hacer puñetas definitivamente para no volver.
Es bueno soñar, tener como meta un imposible que sustente el andamiaje de la juventud sobre el pilar de una vaga expectativa: jugar en el Madrid, heredar el talento de John Houston, tocar la guitarra en una banda de rock... o ser actor porno, lo que sea pero que nos ayude a estar vivos. Ahora bien, cuando se escoge cambiar a pelo dirigir La reina de África por conducir una motico de 49cc, pues qué queréis que os diga: que más me vale hacerme un plan de pensiones antes de dejar en manos de esta gente mi vejez.
Uno puede ser un mal estudiante, desafiarnos con tontorrones comportamientos, dejarse llevar por el etilismo o la lisergia en determinados momentos, verbigracia: yo en mis años estudiantiles, pero lo que no podemos permitir bajo ningún concepto es esa alarmante falta de inquietudes de todo tipo, salvo la scooter y el chándal. ¡Joder!, yo me hinchaba a calimocho y suspendía, pero también me interesaban Kubrick o Bertold Brecht. Pero estos, ¿qué? Totalmente fumados se dedican a la aplicación práctica de La naranja mecánica, obviamente sin conocer el referente, con cualquier incauto vecinillo entre risas guturales salidas del mismísimo averno. Como sean éstos los que tengan que conquistar el espacio, aviados estamos.
No saben quiénes son ni de dónde vienen, y lo peor es que no les importa: con pegar un buen par de hostias al de al lado aprovechando la flexibilidad del chándal Nike y tener la scooter dispuesta para huir hay suficiente. ¿Qué es lo que ellos quieren? Yo no lo sé.
Pedía Brecht a las nuevas generaciones que recordaran a la suya con indulgencia. Yo simplemente les ruego que no acaben con nosotros a golpe de móvil con cámara.