¡Qué bueno que viniste!
El fallecimiento del P. Pedro Elías Herrero nos permite a muchas personas ofrecerle reconocimiento y gratitud. Al dolor por su pérdida, en medio de una enfermedad cargada de dificultades e incomprensión, se une la satisfacción por haber compartido algunos momentos de su vida pastoral y por haber crecido en la Fe en el Dios de la Vida a su lado.
Hay quien deseará recordar de D. Pedro su fina ironía, sus salidas de tono, sus posturas avanzadas, su actitud contestataria. Pero no es lo que quisiera destacar ahora. Todo ello es como una llamarada, como la espuma de un refresco, se desvanece. Algo más importante dejó como huella en muchas personas que tuvimos la suerte de madurar a su lado y de comprender mejor al Dios que revela Jesús en el rostro de los pobres. D. Pedro tuvo el valor de enseñar a pensar, como personas y como creyentes. Así de simple. Tanto en su primer paso por Villena como en el segundo, D. Pedro se atrevió a ofrecer discernimiento, espíritu crítico, racionalidad a cada quien y a una Iglesia centrada en sí misma, estricta y falta de oxígeno. Ofreció el pensamiento crítico, de compasión y de misericordia que Jesús daba. Y con él la capacidad de ser coherente proponiendo vías renovadoras y reparadoras para sentirse Iglesia y descubriendo la torpeza de una Iglesia que se había traicionado aliándose con el franquismo.
Con D. Pedro ya no se sentía uno tonto al llamarse discípulo de Jesús. Desde su reflexión no hacía falta perder la Ciencia para Creer o despreciar el Génesis para seguir a Darwin. Con su manera de acercar el Evangelio se atrevía uno a ser cariñoso y subversivo, compasivo y radical, católico y, por tanto, solidario. Contagiaba inquietud por la Palabra y firmeza en la acción. Del Evangelio a la Comunión y a la manifestación: contra el hambre o contra la droga. Acercarse a una lectura popular de la Biblia era el primer paso junto a él. Después vendrían otros, los de cada quien: el trabajo por la paz, la insumisión, la solidaridad internacional, la lucha contra el paro, la ecología, la igualdad de la mujer
Entender la vida y la muerte como entrega, el esfuerzo y la Resurrección como camino, el servicio como la gran opción, la Biblia como el mejor libro, eran aciertos de D. Pedro. Saber comprender, querer comprender, animarse a entender era todo un ofrecimiento y ello pasaba por romper tabúes, por formarse y por acercar un pensamiento teológico abierto que hiciera de la fe, Fe y la apartara de la magia tantas veces presente en nuestras costumbres religiosas. Sacramentos, Dogmas, Credos tomaban todo su radical valor como mensaje del Dios Pobre con la claridad de las palabras de González Faus, Jon Sobrino, Ellacuría, Mons Romero, Casaldáliga, Metz, Moltmann todos ellos sus amigos.
Es complicado, inútil, hacer un compendio de ideas o de autores que D. Pedro transmitió. Mejor resumir en gratitud, tu presencia junto a nosotros que ahora insufla en muchos multitud de esperanzas en un Cielo Nuevo y una Nueva Tierra. Ahí estás presente.
Fdo. Javier Esquembre Menor