Estación de Cercanías

¡Que se besen, que se besen!

Aprovechando el mes de julio y emulando a muchos de nuestros vecinos, nuestros concejales se han vuelto a casar, y como las reconciliaciones hay que celebrarlas, ¡que se besen los novios! Parece ser, y digo parece porque dudo de su consistencia futura, que de nuevo el amor ha triunfado en nuestro ayuntamiento, y los que ayer se unieron en sagrada compañía durante cuatro años, han superado el bache sentimental que les hizo romper los votos de fidelidad y disciplina, y de nuevo alzan sus manos juntos.
Qué deliciosa estampa, qué geniales son todos de nuevo, ¡pelillos a la mar!, y bienvenido sea el milagro de la transformación, que ha convertido en compañerismo las conductas autoritarias y en buen rollito la falta de libertad. Alabado sea el sacerdote que, como Ministro del sueldo seguro y el puesto de trabajo por dos años más, sin firma ni voto, pero con delegaciones, parece que ha conseguido que aquello que separó el hombre lo una de nuevo la diosa política.

Y ahora están de luna de miel, que bien merecida la tienen, porque las batallas que han librado por el poder y el control interno de su partido desgastan más que el trabajo de concejales para el que fueron elegidos, y si bien es cierto que llevan tiempo sin atender a esas obligaciones, el descanso del guerrero una vez levantada la bandera blanca bien vale una vacaciones. El pueblo puede esperar.

Porque quitando el último mes, que llevan sin cobrar, pero reclamando atrasos, el sueldo no les ha faltado y se lo pueden permitir, envida me dan, ¡y no sana! Y nosotros, pues a esperar como abnegados ciudadanos que regresen y se dignen a explicarnos del mismo modo que lo hicieron ayer, cuando no se querían, por qué ahora sí se quieren, y yo lo digo mayormente por ellos, no vaya a ser que los habitantes de Villena podamos pensar que todo es puro teatro y que esta idílica estampa está pintada por los intereses personales, la falta de valor o las imposiciones valencianas, que cuando es amor, y amor del bueno, lo mejor es dejarlo claro.

Cómo me enternecen los romances con final feliz, son conmovedores, pero en éste, mire usted por dónde, como que la conmoción se mueve en otros registros, y va desde la pena al contemplar cuan bajo es el precio de la palabra de algunas personas hasta la vergüenza que ha supuesto para mi pueblo ser portada y titular gracias a ello, y lo peor de todo, el sentir cómo cuestionan nuestro intelecto confiando en que vamos a quedar obnubilados por el feliz remiendo, sin más. Y esa sensación de sentirnos tratados como ignorantes máquinas de votar que de aquí a dos años nada recordarán es lo que habla realmente de ellos y lo que debe de impedir que se rubriquen sus propósitos.

Bien es cierto que nada podemos hacer hasta 2011, pues el divorcio no es inmediato en estos territorios y en ello escudan sus excusas. Pero yo me pregunto qué pasaría si llegado el momento de elegir nuevo ayuntamiento, en lugar de tres o cuatro listas, los ciudadanos, cansados de tanto mangoneo y también deseosos de un cuatrienio de trabajo asegurado, sueldo, paro y cierto renombre social sin grandes contrapartidas, presentásemos tantas opciones de voto como modos de entender existen. Si en lugar de castigar a los que hay, para poner en su lugar a sus íntimos, diversificásemos en tan amplio abanico las posibilidades que los que se ven perpetuados en los sillones notasen bajo su asiento peligrar el reposo de tan noble parte. ¿Se imaginan?

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba